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54 chapters
Ira.
Había tenido un pésimo día… Bueno, no… Una pésima noche y no estaba de humor para soportar la locura colectiva de sus hermanos. Y por si eso fuera poco, ahora también tenía que soportar a la pareja de Zamiel dándole un discurso sobre “cuidado de la salud” a su hermano Oriel. Es que era el maldito colmo de todo. Si su hermano Oriel tenía un “desvío” alimenticio, ese no era asunto de nadie más que del mismo Oriel, pero claro, todo el mundo quería opinar sobre el estilo de vida del otro.Exhalando un suspiro, Azarel dejó que la rabia se asentara dentro de sí y pensó en todo lo que le había ocurrido hacía solo unas pocas horas antes. Todo había ido como cada noche, saliendo de cacería y disfrutando de las pequeñas cosillas que el mundo exterior siempre tenía reservado para él. Sus hermanos y él fueron a uno de los tantos bancos de sangre —dichos bancos de sangre eran parte del patrimonio familiar, muchas gracias—, se alimentaron y tuvieron una de esas tantas noches un poco alocadas, sobre
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Lujuria (+18).
Se relamió los labios y sonrió, dejando a la vista sus puntiagudos y afilados colmillos, mientras se acercaba hacia su próximo, eh, bueno, polvo de turno. Su sangre parecía lava recorriendo por sus venas, al menos así estaría por los próximos minutos, antes de que el efecto caliente pasara y no sintiera nada más que el frío recorrer su cuerpo. Esto último estaba bien, era un vampiro después de todo. Se había alimentado hacia nada y debía aprovechar el momento.Se encontraba demasiado excitado y más que necesitado y el delicioso aroma que le llegaba a su nariz solo incrementaba sus instintos sexuales. Ah, no había nada más increíble que el placer de follarse a todo lo que se moviera, pero su preferencia siempre se inclinaba a los hombres mortales. Oh, sí, poder enterrar su duro y grueso pene hasta la empuñadura en un culo apretado y oír los gritos de placer del chico de turno mientras…—Ni se te ocurra ir detrás de alguno de ellos —Rodó los ojos y bufó algo por lo bajo, volteando en to
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Soberbia.
Ser el mayor de siete hermanos tenía sus grandes ventajas, como ser el más fuerte, el más veloz, el más poderoso y el más atractivo. Nadie podía compararse con él. Era, en simple palabras, magnífico, magistral. Sus poderes no tenían límites y podía emplear cualquier artimaña que quisiera y conseguir lo que quisiera. Había conseguido conquistar al humano más bonito de la faz de la tierra y solo bastó una mísera mirada para que dicho humano cayera bajo sus encantos. Y no, no había utilizado sus artimañas, lo cual era decir algo, ¿verdad? Bah, nimiedades apartes. No podía quejarse, no cuando no tenía ningún motivo para hacerlo, aunque… No, de hecho, tenía muchas quejas porque sus hermanos pasaban de él y a veces lo sacaban de quicio. El mayor problema lo tenía con Zeth, porque claro, Zeth andaba rondando siempre cerca de su pareja. Sin embargo, por mucho que le costaba admitir, su misma pareja le había dicho que ayudaría a Zeth a superar su “supuesto enamoramiento”. A regañadientes lo ac
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Virtudes.
Ser el único mortal en medio de siete inmortales no es tarea sencilla… No, en serio, no lo es, pero mentiría si pensara que no le agrada pasar tiempo con dichos inmortales. Siete hermanos que representan, eh, ¿cómo decirlo sin ser suspicaz?, bueno, los siete pecados capitales. Zamiel, Zeth, Nick, Samael, Oriel, Azarel y Sariel. Todos ellos vampiros con más de 500 años y él, bueno, un mero mortal con un pequeño secreto que está a punto de revelar, pero no nos adelantemos.Cada cierto tiempo, mucho tiempo de hecho, el Creador escoge una pareja al azar que está a punto de convertirse en padres y le otorga un regalo al futuro bebé: una pizca de la Gracia Celestial. El alma de este bebé será eternamente pura y bondadosa… Libre de cualquier mal y de pecados. El bebé crecerá como cualquier ser humano y solo cuando se convierta en adulto ese regalo del Creador se reflejará en sus acciones. La misión es simple: ser la chispa de luz de la oscuridad.Y el tiempo transcurre y ese bebé hoy día es
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