Ottobrate...Días después...—Eso que señalas y que muchos comen es Trapizzino. —¿Trapizzino? —cuestiono sin saber de qué habla. —Es una fusión entre pizza y sandwich. Pero es comida callejera, no comeremos eso. —¡Claro que sí! —exclamo animada —. No seas tan exquisito, esto merece la pena, quiero probarlo. —No, Clara. Quiero que vayamos a comer en un restaurante. Bufo. —Me apetece Trapi... —se me ha olvidado el nombre, él sonríe —. Eso, se ve delicioso. Muero de hambre, anímate. —Si me pones esa carita y esos ojos tan hermosos de cachorrito, entonces me vas a convencer. Hago un puchero. —¿Ya te he convencido? —Sí, Clara —suspira y pone los ojos en blanco —. Me has convencido. Mi chico le habla al señor, ni puedo dejar de verlo, ¿cómo es que resulte tan atractivo hablando en italiano? Su voz gruesa y profunda, el acento perfecto, fluido y musical, es una canción para mis oídos. Se acerca a mí con la comida. Veo que ha escogido diferentes. —Toma, sé que te gustará el trapi
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