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Todos los capítulos de El Vientre de la Venganza: Capítulo 31 - Capítulo 40
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Capítulo 31: Sí
Si hay algo que Jack conoce a la perfección de Luna es esa capacidad de no querer meter en problemas a las personas. Por eso, en cuanto corta la llamada con ella, llama a Lynda. —Quiero que me digas ¿qué es lo que pasó entre la señorita Walsh y Ester? —Se-señor… deme unos segundos —se va a su oficina y allí se encierra—. La señorita Fansi la trató muy mal, desde que llegó aquí trató de molestarla. —¿La señorita Walsh le respondió? —Sí, esa es la razón por la que mi jefa se fue echando humo a su oficina y comenzó a gritar enojada. —¿Pudo mostrarles sus ideas? —No, no tuvo tiempo. Aunque, le di el recorrido como usted me ordenó y le expliqué todo lo que allí hacemos, alcanzamos a compartir algunas cosas y ya estoy lista para investigar lo que ella me contó. Tengo un amigo experto en esa materia que siempre me ayuda si tengo dudas, la idea de la señorita Walsh es innovadora y sé que se puede implementar. —Perfecto, eso es todo lo que quería saber. Mantenme informado y pregúntale a
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Capítulo 32: Incidente en la consulta
Los días han pasado para Luna con calma. Zeus se marchó de regreso a su departamento, no sin decirle que la espera en el trabajo y que cualquier cosa que necesite, no dude en llamarlo.Jack sigue muy amable con ella, no le dijo nada de lo que pasó con Ester y tampoco insistió en preguntarle, así que asumió que no le interesa y es mejor que se quede así. Aunque por ahora, él le ha preguntado cuándo regresará al laboratorio, pero ella sólo le dice que por ahora no puede.Y eso, en parte, es muy cierto.Ya ha regresado a trabajar con Zeus, en contra de lo que Jack quiere para ella, pero Luna le advirtió que no la molestara más con eso o se iría, así que Jack se lo tomó con más calma.Ahora mismo, Luna termina uno de sus exámenes y ya que no tiene más clases, porque las han suspendido por una jornada de reflexión para la concientización del consumo del tabaco. Ella no piensa quedarse, porque no fuma, que se queden los que lo hacen, que son quienes se están matando lentamente.Como cada dí
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Capítulo 33: Una chica triste
Luna comenzó a seguir cada una de las indicaciones que el doctor le dio, se tomó muy en serio eso de preparar su cuerpo y ahora los ejercicios sencillos son parte de su rutina.Pero esta mañana no quiere hacer nada, se ha reportado enferma en la universidad y le ha escrito a Zeus que le dé el día libre porque no se siente bien. Y aunque no está imposibilitada de moverse, el alma le pesa más de la cuenta.Le entra una llamada de Beverly y sonríe con tristeza, es la única persona que la saludará, porque no le ha dicho a nadie qué sucede ese día.—¡Feliz cumpleaños, amiga mía! Quiero que sepas lo mucho que te adoro, eres la hermana que la vida me dio y muero de ganas por estar contigo.—Gracias, Beverly. Es triste saber que eres la única persona que me saludará hoy… —un sollozo se le sale y su amiga se angustia.—Nena… por favor no llores ahora, que me dan ganas de dejar a la gente con hambre e ir contigo.—No te preocupes, se me pasará, te lo prometo. Sólo tengo que acostumbrarme.Pero
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Capítulo 34: Un cumpleaños diferente
Va por el pasillo hablando distraída con Beverly, quien le dice todo lo que harán, pero cuando llega a aquel enorme espacio sólo puede llevar sus manos a la boca, y es todo, porque las lágrimas que le salen no las puede controlar.—Feliz cumpleaños, Luna —le dice su amiga con abrazo y Luna se aferra a ella.—Le dijiste… —es todo lo que puede susurrarle.—¡Y que bueno que lo hizo! —dice Jack acercándose a ella con las manos en los bolsillos y esa mirada intensa—. Vino exigiendo verte para darte tu regalo y sólo allí me enteré de que mi mujer está de cumpleaños.—Jack… —dice con un puchero.—Feliz cumpleaños, Luna —le dice tomándole la mano y besándola—. Espero que sea de tu agrado.Ella asiente, porque no puede hablar.Todo el departamento está decorado con globos de color blanco, rosa y dorado, en la mesa un hermoso pastel de chocolate como a ella le gusta y lo mejor de todo, dos personas que para ella son importantes están allí.De pronto, las puertas que separan el ascensor del espa
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Capítulo 35: Una declaración de futuro
Si la fiesta de cumpleaños había sido una clara muestra de lo mucho que significa Luna en su vida, el famoso paseo por el puerto era una certera declaración de intenciones.Jack tiene dos cestas con comida listas en la cocina, para cuando Luna sale de su cuarto con aquel atuendo tan sencillo, a Jack se le paraliza todo porque se ve preciosa. Jeans, botas bajas hasta la rodilla, un suéter color crema y la gabardina que usó para su entrevista cuando la conoció. El cabello suelto y una preciosa boina tejida de color blanco.—¿Qué es todo esto? —pregunta ella mirando las cestas, pero su expresión de curiosidad cambia a una de preocupación cuando ve a Jack con la nariz roja, como si estuviera enfermo—. ¡¿Qué te pasó?!—Nada…—¡Estás enfermo! Así no puedes ir, nos quedaremos y dejamos esto para otro día —Luna saca su teléfono y Jack se lo quita—. ¡Déjame llamar a Beverly!—No, iremos a ese paseo, porque yo no estoy enfermo, me siento tan bien que hice mi sesión de ejercicios, si no me crees
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Capítulo 36: Una cama, dos personas
Al separarse de ese beso, los dos se miran fijamente y Luna siente que su corazón late con fuerza. Jack le está diciendo que la quiere en su vida, de una manera extraña, pero en ella y eso la hace sentir rara.Debe estar loca por estar dispuesta pasarse su vida sin intimidad, sin muestras de afecto y sin nada de lo que una pareja normal tiene en su día a día.«Para no tener muestras de afecto, bien que te celebró el cumpleaños y te trajo a este paseo», le dice su consciencia, sin mencionar que acaba de proponerle que se quede con él por el resto de sus vidas, que formen una familia y tenga a sus hijos.—Vamos… —le dice él tirando de su mano y se reúnen con sus amigos para seguir el recorrido en la ciudad.El día va avanzando, todo se oscurece y por alguna razón no se quieren ir de allí. Así que los chicos toman la iniciativa de buscar hospedaje en un bello hotel a la orilla del lago, el Silver Cloud Hotel. Ellas esperan en la entrada, hablando del día y de lo ocurrido con Jack, cuando
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Capítulo 3: Una confesión espontánea
Regresar a la ciudad luego de esa noche no fue sencillo para ninguno de los cuatro. Aunque en principio Beverly tuvo la brillante idea de dejar a su amiga sin un cuarto dónde dormir, lo cierto fue que no pudo pegar ojo, porque la respiración calmada de Zeus le llegaba a los oídos como una música invitadora a cientos de cosas y ninguna buena.Lo gracioso es que Zeus tampoco pudo dormir, no con ella a su lado… ni siquiera saber que Luna estaba a un par de puertas lo exaltó tanto como aquella mujer de ojos marrones, con lengua afilada, divertida, inteligente y muy exigente absolutamente con todo.Esa noche, aunque sintieron los toques de Luna, se hicieron los sordos. Para cuando se hizo el silencio los dos se rieron de su travesura y siguieron hablando de las cosas de la vida.Para Luna las cosas no fueron más sencillas, porque se despertó abrazada a Jack, con su mano sobre su abdomen desnudo y cálido. Salió con cuidado de la cama, tratando de aguantar las ganas de besarlo hasta quedarse
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Capítulo 38: Situación sentimental
Esas palabras la desarman.No quiere presionarlo, pero siendo honesta necesita saber qué demonios es ella en la vida de Jack Gosling, porque todos esos besos y atenciones ya la tienen mareada por la confusión.—Creo que es hora de que tú y yo nos sentemos a hablar, Jack… porque de verdad ya no sé qué demonios es lo que pasa entre los dos y eso… —un sollozo se le escapa y Jack aprieta los labios.—Lo sé, nena, lo sé. Ya lo hablaremos.Corta la llamada, se queda en la calle esperando, caminando de un lado a otro deseando sólo abrazarla. Cuando ve el auto doblar y detenerse, corre hacia él sin importar que los autos pasen por allí, ella se baja buscándolo y Jack la estrecha con fuerza.—Jack…—Shhh… ya estás conmigo, preciosa… conmigo no te pasará nada, te lo prometo. Ahora dime, ¿qué pasó?—Mi exnovio… no sé qué estaba haciendo allí, apareció de la nada mientras caminaba hacia la cafetería, me escuchó hablar contigo y se molestó porque estoy con alguien más… y él… él intentó besarme.Lu
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Capítulo 39: Que pequeño es el mundo
Cuando Jack le pidió hace dos días a Luna que lo acompañara a la cena de cumpleaños que su padre le organizó, se sorprendió que ella le dijera que sí con naturalidad. Pero eso no es nada comparado con lo que Luna le provoca justo ahora cuando la ve salir de su cuarto.—Feliz cumpleaños, Jack —le dice ella caminando con un vestido de color rojo italiano, de seda cubierto con encaje, de escote reina Ana, ceñido a su torso y suelto desde la cintura hasta las rodillas.Va con ese maquillaje ligero que a Jack le parece inútil, porque con o sin el, Luna se ve igual de preciosa. Su cabello recogido en un moño perfecto y unos mechones sueltos enmarcando su rostro.—¿Este es mi regalo? —le dice él caminando hacia ella y Luna se ríe negando—. ¡Mujer, tienes una semana castigándome!—Eres un odioso… —saca una pequeña cajita y se la entrega—. Espero que te guste, sino… lo podemos cambiar.Jack recibe la pequeña caja de color negro y cinta gris, sonríe al darse cuenta de que ella eligió los colore
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Capítulo 40: De arrepentimientos y venganzas
En ese instante, apoyada en la pared al lado de la puerta de la sala, Luna siente que el mundo gira muchas veces y demasiado rápido. De pronto, le falta el aire y siente que las manos le sudan, mira a todos lados como buscando a dónde escapar, pero no puede.Jack, que no quiere seguir discutiendo con su padre y sólo quiere largarse de allí, sale a buscar a Luna para salir a otro lugar y celebrar los dos juntos, pero en cuanto pone un pie fuera de la sala, se encuentra a la chica asustada y muy pálida.Sin preguntarle nada, la rodea con su brazo y se la lleva a una habitación aledaña, llena de trofeos y otras distinciones. La sienta en un pequeño sillón y se arrodilla frente a ella.—Luna, mi amor… ¿qué te pasó? —le dice colocando sus manos en sus mejillas para que lo vea a la cara.—Es él… tu hermano —le dice Luna con apenas un susurro.—Medio hermano, hermanastro, conocido —responde él, pero al ver que Luna no sonríe ante esa aclaración ni reacciona del shock, se asusta—. Luna, ¿qué
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