HOLLY A la lejanía, escuché murmullos. Sentí calor por toda mi espalda, una mano en mi pecho y ronquidos en mi oído. Los murmullos se convirtieron en risillas. —Mami—masculló, los ronquidos se detuvieron, lo sentí remover. —¿Hum? —parece que Adam irguió la cabeza. —Mami, se hace tarde. —¿Qué? —me erguí, pero mi cabeza chocó con la de Adam. —¡Auch! Me tallé el rostro. —Bebés, pónganse los zapatos, es hora de irnos. —Hum—Adam me abrazó por la cintura—, no vayan a clases hoy, es Halloween —¡No, no!, suéltame, debemos ir a clases, hoy salimos temprano. —No, no, los niños tampoco quieren ir ¿verdad? —¡Si! ¡quedémonos, quedémonos! —No podemos, bebés, —habían puesto sus ojitos de cachorro—, tengo que supervisar las cosas, además recuerden que tenemos que comprar las cosas para nuestro altar y pedir dulces. —¿Altar? —Mañana es día de muertos—explicó mi hijo, Alice se bajó de la cama para ponerse sus zapatos. —Pero ¿Qué es un altar? —Te lo explicaremos mañana—contesté deshacié
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