Casi pude escuchar el cantico celestial cuando Adam abrió de punta pie la alcoba principal.No perdía el toque de caoba, una enorme cama en el centro, amplios ventanales circulares, aquí no había plantas, pero toda la atención se centraba en la cama, que era simplemente magnifica, un grueso cubre cama negro con bordados dorados, almohadas gigantescas, a simple vista se veían demasiado suaves, los postes de la cama combinaban a la perfección con el suelo, una manta blanca colgaba lánguida en una de las esquinas, como incitándote a recostarte sobre ella y hundirte en su éxtasis de suavidad.Adam me depositó con cuidado en el suelo, mientras observaba con la boca abierta el resto de la habitación, arriba, en el techo un falso traga luz, pues en este había una pintura del cielo estrellado.Sin duda era diferente a las habitaciones del Chateu, pero, si ponía atención, el lujo era la marca característica de Adam, quien, al girarme, ya no estaba tras de mí, al buscar, había una puerta, la cu
Leer más