CAPÍTULO 52. SILENCIO
El ocaso comenzó a caer, podían observar desde donde se encontraban el sol en el horizonte empezando a ocultarse, el cielo se tiñó de distintas tonalidades entre naranjas rojos y amarillos, regalandoles un escenario perfecto, para el momento tan especial, que vivían.Tomados de la mano, frente al mar y acompañado por los pocos amigos que Guillermo tenía, además de sus padres y su hermana, quienes viajaron para presenciar ese momento, en la que la pareja unía sus vidas, en una boda sencilla, pero llena de amor, con el mar como testigo.Las manos de Isabella temblaban, parecía un sueño del que no quería despertar. Su corazón estaba henchido de felicidad, disfrutando de las palabras que el sacerdote decía, buscando guiar el nuevo camino que estaban por comenzar juntos.Presionaron de sus manos con firmeza, al escuchar las última frase del padre:—Los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.Con delicadeza acunó con sus grandes manos, el rostro de su ahora esposa y se flexionó un p
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