Aquel momento la hizo sentir como si un balde de agua helada le cayera y la recorriera por toda su columna vertebral, presionó con fuerza sus párpados, ante aquella desagradable sensación. No podía creer que las cosas fueran de mal en peor, con tantos gastos, deudas por pagar y un trabajo que se tambaleaba más y más, en dirección a su despido.—Lo… siento —expresó con dificultad, intentando controlarse, para no llorar—, pediré que me lo vayan descontando de mi salario, pero por favor no haga que me corran, necesito mucho el trabajo —suplicó.Aquella dulce voz, se le hizo familiar, más de lo que imaginó, por lo que colocó ambas manos sobre los encorvados hombros de aquella joven, y tiró con suavidad, deseando poder ver su rostro. Al tenerla frente a él, levantó su rostro con sus dedos, sus ojos se abrieron de par en par al reconocerla, una extraña sensación se acentuó en la base de su estómago.— ¡¿Isabella?! Abrió sus ojos al instante, ante aquella gruesa voz, por unos instantes no
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