—Está blofeando, Velkan —se escuchó la voz de Dogan, cada vez más insegura porque gritaba más cada vez que hablaba, como para darse y dar ánimo a los suyos— Además, para cuando lleguen los militares, si no te rindes ahora, no quedarán más que los cadáveres de ustedes para comida de los lobos, creo que ni siquiera podrán identificarlos.—Yo no dije que necesitara a los militares, Dogan —les gritó de nuevo, mientras hacía esto miraba con cuidado por la trampilla y por la ventana— Solo quería advertirles que si de casualidad queda alguno vivo al final tendrá que enfrentarse con los ellos y una larga condena por relaciones con mafiosos.De nuevo un profundo silencio acogió sus palabras. Mientras ellos estaban allí indecisos, Velkan abrió una muy bien disimulada puertecilla dejando ver un panel con varios interruptores, Velkan fue presionando cada uno de ellos, hasta que casi todos estuvieron encendidos, menos los últimos tres.Ella se le quedó mirando con la interrogación en la cara y él
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