La verdad es que, a pesar de lo que digan, el embarazo es un período hermoso. Luego de que las náuseas matutinas cedieron y me recuperé lo suficiente como para poder tener sexo como Dios manda y acallar mis hormonas, los antojos no fueron un problema porque, gracias a mi suegra y a todos los que me rodean, mi dieta era lo suficientemente equilibrada y saludable, como para que mi cuerpo no pidiera nada muy raro. De vez en cuando quizás algún chocolate, por azúcar o magnesio, o quizás unas papas fritas cuando el sodio lo tenía bajo, no obstante, nada grave. No me permitían tampoco desviarme mucho, Filip estaba obsesionado con mi salud y bienestar, por lo que no me dejaba de cuidar a casi cada momento. Ahora mismo, con ya nueve meses con esta pequeña criatura en mis entrañas, la verdad es que me siento a reventar. Mi preciosa bebé, aunque me aplaste las tripas y me haga sentir un zepelín ahora mismo, la amo con todo mi corazón. Y sí, dije preciosA, porque sí, es una niña. Filip casi s
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