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6 chapters
Prólogo
“Y vivieron felices para siempre” —Eso se suponía que debía de ser, ser feliz para siempre con el hombre con el me casé, pero, al final, mi “matrimonio” solo duro un par de años antes de que el decidiera dejarme y después de una historia llena de malos tratos, y el felices para siempre que nunca fue, se fue al olvido, de todas maneras, el no me amaba, en realidad nunca lo hizo, aunque yo…yo tampoco lo amaba — Se sentía nostálgica en ese vestido de novia mientras la cámara apuntaba sus luces hacia ella. Lucia hermosa, como una princesa en su sueño de primavera, aunque en realidad, esa no era su vida, ni siquiera era una boda, tan solo estaba posando para una campaña por la cual le pagarían bien, pero ella en realidad no tenia ni siquiera un novio. —Bien querida, hemos terminado, seguro que la campaña será un éxito, luciste majestuosa con ese vestido, ¿Has pensado en casarte alguna vez? — decía el fotógrafo sonriendo casi como un imbécil. Élise Bernadette tan solo sonrió, ¿Contar su
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1
—Tu nunca serás el heredero de mi padre, tan solo eres un bastardo, el hijo de una zorra a la que el nunca pudo amar —Mirándose en el espejo, Alexandre volvió a notar el color particular de su cabello y de sus ojos; herencia no deseada del hombre que lo engendro, cuya familia albina de nacimiento hacia lo impensable para mantener “su honor”. Aquellas palabras que venían a su mente en ese momento, se las había dicho su miserable medio hermano, a quien odiaba y despreciaba profundamente.Por supuesto, el no era un legitimo Edevane, ni siquiera estaba reconocido como tal; su “padre” enamoro a su madre cuando ambos eran aún muy jóvenes, ambos nacidos de cuna alta y de casa poderosa, su madre, siendo una Bertrand, se convirtió en el interés del siempre respetado y temido Octavius Edevane, quien luego de descubrir que había un apellido más poderoso que el de su madre, la dejo abandonada con un hijo ya creciendo en su vientre, hijo que el miserable Edevane jamás reconoció…ese hijo era el, e
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2
Las copas chocaron esa noche. Habían tenido un largo y placentero paseo por toda la ciudad y Élise le había mostrado a Alexandre todos los puntos buenos que tenia esta; los lugares de shopping y recreativos, así como los mejores museos y, por supuesto, no podía faltar el paseo por la mejor parte de central park.Élise se había sentido a gusto con él, y gracias a ello había podido olvidarse un rato de su parecido con su ex esposo. De todas maneras, ¿No tenían parentesco o sí? Sus apellidos eran ciertamente diferentes y los modos lo eran aún más, Alexandre Bertrand parecía ser todo un caballero. Los Edevane no eran ni los primero no los últimos albinos que existían sobre el planeta, eso era lógico.—Parece muy pensativa señorita Bernadette, ¿Hay algo que la inquiete? — preguntó Alexandre al mirar la mirada ausente de la joven mujer, que parecía perdida entre pensamientos y recuerdos.Élise salió de su estupor, estaba siendo grosera.—No, no es nada, entonces, ¿Qué le ha parecido la ciud
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3
Aquella noche apenas comenzaba, y quizás, movida por lo que había ocurrido apenas un rato atrás, Élise se sintió a gusto con Alexandre, después de todo, el hombre la había defendido de su ex esposo.Había aceptado ir con él a algún bar, y por supuesto, había escogido el mejor de la región, y sin fijarse mucho en lo que estaba haciendo, había comenzado a beber un tanto de más, quería olvidarse del mal rato y del miedo que en esos momentos estaba sintiendo al ser nuevamente encontrada por Armad.Alexandre miraba a Élise; había rastros de lágrimas en sus mejillas, y no pudo evitar preguntarse si había sufrido maltrato en su matrimonio con el imbécil de Armand Edevane. Ella no había hecho ningún comentario, ni siquiera le había explicado que aquel era su ex pareja, tan solo estaba evadiendo el tema, y el, fiel a su palabra, no iba a preguntarle, seguramente ella estaba aun traumatizada por ello.—¿Qué tanto me ves? — Élise pregunto al notar la penetrante mirada de Alexandre sobre ella, y
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Élise recordaba su historia, aquella que la dejó marcada para siempre. Es una tranquila tarde, cierro las ventanas y doy un último vistazo a esta casa en la cual fui realmente feliz durante un tiempo, y, donde también pasé uno de los momentos más horribles de mi vida. En este lugar hubo mucho amor, pero también dolor, un gran dolor. Y las heridas que dejó en mí lastiman y pesan demasiado como para continuar aquí, y no lo digo por las cicatrices en mi cuerpo, me refiero a las que quedaron en mi alma.Antes de irme limpio todo y lo dejo en orden, como si aquí no hubiese sucedido nada, aunque de todas formas se pueden notar diferencias en la casa si la comparamos con la de hace una semana. De hecho, falta un jarrón que se rompió, o, mejor dicho, qué él rompió.Tomo uno de los portarretratos. Es la primera fotografía que nos tomamos juntos, la primera en donde yo era su pareja oficial. Éramos felices, no nos preocupaba absolutamente nada en ese entonces. Suspiro y la dejo en el mismo sit
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5
El teléfono celular no deja de sonar, arrojándolo lejos, me concentro más en mi labor, no quiero llorar de nuevo, debo terminar pronto. Además, ¿qué busca ahora? ¿Cree que lo perdonare y regresaré con él sólo porque está arrepentido? ¡Qué gracioso! Se remueve mi corazón en su lugar. Quizás aún siento algo por él; es de esperarse después de años de matrimonio, pero, lo que hizo, duele tanto que me es imposible perdonarlo. Él mató todo lo bueno que podía salir de mí para él. Años y años de falsas acusaciones y malos tratos, de cargar sufrimientos en silencio y aquello último, había terminado por devastarlo todo.Quitando la batería del celular, quiero dejar de oír ese maldito timbre. Pasan un par de horas y siento el timbre de mi apartamento. No hay forma de que oculte mi presencia aquí, es de noche y he tenido que prender las luces. No le doy acceso al departamento y no pasa mucho tiempo hasta que se Rinde. A menos, eso parece.Cinco minutos después oigo que tocan insistentemente otra
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