Noa observó los platos deliciosos por un rato y de pronto entendió todo.Sofía salió del baño y, al ver el desayuno en la mesa, se mostró muy sorprendida y preguntó:—¿Por qué hay tantos platos?Noa, que ya se había sentado y bebía un vaso de leche, le echó una mirada y cuestionó:—Creo que tú sabes la razón mejor que yo, ¿no?Al escuchar esto, Sofía se sintió tan culpable que no se atrevió a decir nada más. Se sentó junto a Noa para empezar el desayuno. Probablemente debido a lo ocurrido, Sofía no dijo nada mientras desayunaban. Era la primera vez desde que Noa vivía con ella que podía disfrutar de un desayuno en silencio.Después de terminar el desayuno, Noa se arregló un poco y salió con Sofía. Coincidentemente, se encontraron con Simón y Gabriel, que acababan de salir de su cuarto.Al verlas, Gabriel las saludó:—Hola, señorita García, señorita Sofía, buenos días. ¡Qué casualidad! ¿También van a salir?Noa asintió con la cabeza y respondió:—Sí —luego saludó a Simón—. Buenos días,
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