Solo que... El conductor Evan volteó a mirar a Alex. Efectivamente, tenía una cara tan seria que parecíaque quería matar a alguien. Después de un rato de silencio, Alex salió del auto enfadado.Después de que ambos se fueron, Evan bajó la ventanilla y tomó el aire fresco jadeando.Para él, Alex ya daba miedo, pero no esperaba que la señorita García también fuera tan seria. Evan sintió que el corazón podría dejar de latir en cualquier momento al estar con los dos.En la vieja mansión de la familia Hernández Malgarita sabía que vendrían Alex y Noa y esperaba en la puerta. Al ver a Noa salir del auto, se le acercó animada.—¡Hola! Señorita García.Noa se quedó un poco nerviosa por sus palabras. Al pensar que ahora ella y Alex aún mentían a sus abuelos, quienes creían que eran una pareja, se limitó a susurrarle a la Malgarita: —Cuando estamos aquí, Malgarita, mejor que me llames señora Hernández, por favor.Malgarita miró a Alex, que caminaba hacia ellas, y asintió como si ya entendiera
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