Tendría que verlo tarde o temprano, pues ella ya tomó la decisión.—Más tarde hablamos, ahora estoy en camino al hospital, calmas al abuelo primero y dile que he ido a comprarle regalo.—Bien —se notó la alegría en la voz de Alex aunque no fue obvio, sino muy reservada. La mayoría no podrían descubrirlo, pero Noa ya le conocía muy bien, por eso lo logró distinguir muy pronto al escuchar. Ella arqueó los labios y colgó rápido.Miguel la miró con mucha cautela y preguntó:—Señorita, ¿adónde vamos ahora?—Primero al supermercado, luego al hospital.Como ya le dijo que le compraría un regalo, lo tendría que hacer, si no, ¿cómo podría convencer al abuelo?—Vale, ahorito le llevo allí.***—¿Dónde está Noa? —preguntó el abuelo Camilo sentado en la cama del hospital deprimido—. Solo volvió a preparar la comida, pero ¿por qué aun no vino? Alex, ¿la maltrataste de nuevo?Al escucharlo, Alex se sintió impotente y gruñó:—¿Cuándo la he maltrato? Además, ¿no te dije que fue a comprarte un regalo?,
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