—Habíamos organizado una fiesta para celebrar tu divorcio, Noa —Mateo miró su reloj con disgusto. Sergio ha tardado demasiado, voy a llamarle y decirle que cambie el destino, iremos ahora.Después de decir eso, Mateo extendió la mano hacia Noa y dijo:—Ven, sube a mi carro.Leo, el quinto hermano de la familia, ajustó sus gafas y sonrió:—Es mejor que vengas en mi carro.—Vaya, los dos son unos conductores terribles. Noa, es más seguro que subas a mi carro —Javier, el tercer hermano, intervino golpeando directamente a los otros dos.Aquí vamos de nuevo.Noa sintió dolor de cabeza por la situación y habló antes de que los demás pudieran abrir la boca:—Tomaré el carro de Celia.Los hombres guardaron silencio al instante, nadie dijo nada más. Después de todo, no era apropiado discutir con una chica, ¿verdad?—Vamos.Noa se dio la vuelta, tirando de la mano de Celia. Cuando estaba a punto de abrir la puerta del pasajero, Celia le dio un golpecito en la cintura:—De acuerdo, Noa, ¿podrías
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