Instantes después Lu abrió sus ojos, se sentó de golpe, frunció el ceño todo le daba vueltas, pero la opresión y la angustia en su pecho era más grande, se encontraba confundida, alterada. —¡Emiliano! —exclamó sollozando—, él nos va a proteger, siempre lo hace —empezó a decir, abrazando sus piernas, balanceándose. —¡NO! —gritó—, él también está en peligro, hay que avisarle —suplicó. Juan Miguel sintió en ese momento que el corazón se le fragmentaba en miles de pedazos, la garganta se le secó, y sintió una quemazón en el pecho, cerró sus ojos, el alma entera le dolió, al ver que ella confiaba más en Emiliano para protegerla. Su mirada se cristalizó, era comprensible, ese hombre había dado su vida por cuidarla, en cambio, él… la repudió, la alejó de su vida, no le dio derecho a defenderse, A pesar de la conmoción, se acercó a la cama, la abrazó muy fuerte, pero ella lo único que deseaba era proteger a sus hijos. —Mis niños —sollozó. —Tranquila Lu —articuló, las palabras parecían ato
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