Amarte es mi condena. Cap. 61: Nuestra manera de amar.
Majo escuchaba por su móvil los reclamos de Salvador con respecto a sus puros. —Pues es muy fácil, o sigues fumando, o no nos casamos —respondió—, no me quiero quedar viuda joven, odio el olor a ese tabaco, además te estoy cuidando. —Pero Majo, no me puedes amenazar con eso, no es justo. —Lo es, yo quiero que nuestro bebé tenga a su padre al lado y no una fotografía como recuerdo, así que o dejas de fumar o te olvidas de nosotros. —Es que no se puede contigo, eres muy drástica —rebatió, se escuchó como resopló al otro lado de la línea. —Piensa que serás muy bien recompensado, es más, ya quiero que sea el día de la boda, me haces falta —confesó ella. —Tú más a mí, voy a enloquecer si no tengo a mi lado. Majo carcajeó al otro lado de la línea. —Ya supe lo que hiciste, pero a quién se le ocurre encender las alarmas por unas aceitunas. —Se mofó. —No te burles de mis antojos —reclamó él—, y no me tientes a ir por ti, secuestrarte y cumplir con mi antojo más grande, que es tenerte
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