Lana lloraba y suplicaba, estaba de rodillas ante su madre, pero ella era tan fría como un tempano de hielo, la mujer ni siquiera la veía, ni siquiera la compadecía, esa mujer no parecía madre, era como una hiena —¡Por favor, madre! ¡Por favor! Te lo suplico, déjame volver a Ovyu, te juro que conseguiré el dinero, pero no dejes que mis hermanos me lleven con el señor Greene, ¡Madre, por favor, apiádate de mí! —exclamaba con el rostro cubierto de lágrimas, pero la mujer no decía nada, era como si ninguna lágrima o palabra pudieran entrar adentro de su duro corazón de piedra —¡Eres mala, madre! Eres cruel, no debes ser una madre, debe haber un lugar en el infierno para las madres como tú, nunca voy a volver a tenerte piedad, ni amor, por ti, a partir de hoy, haré como si hubieses muerto. De pronto, Lana recibió una fuerte bofetada y la miró con coraje —¡Irás con Aaron Greene, porque tus hermanos serán salvados! Y así tú serás cuidada por un buen hombre, y dejarás de entrometerte con
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