Anne no pudo dormir ni un poco, Felipe tampoco, pero no miraba sus ojos, de pronto, escucharon la voz de dos hombres llegar hasta ellos. —Ya es hora —dijeron, abrieron la celda, y los obligaron a salir, Anne tuvo mucho miedo Cuando sintió que todo iba muy en serio, que dañarían a Felipe, dijo: —¡Hablen a Suárez, díganle que quiero verlo! —exclamó Uno de los hombres llevó a Anne con él, Felipe empujó a los hombres, y tomó a Anne, hasta que sintió el frío fierro contra su nuca —¡¿Qué vas a hacer?! —No importa si no me amas, porque yo te amo, y no quiero verte morir, supongo que ahora lo sabes, soy la mujer que más te ama. Anne fue llevada con ese hombre, mientras Felipe era llevado al patio central, gritando que esperara, que no hiciera locuras, pero ella no lo escuchó. Anne fue llevada ante ese hombre, ver su cara, ver su aspecto, ella lo odiaba, desde que se atrevió a pedir su mano ante su padre. —Querida, Anne, volvemos a encontrarnos. —Está bien, haré lo que sea, pero, ¡No
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