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Todos los capítulos de Divorciada de un paralítico : Capítulo 71 - Capítulo 80
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"Teniendo en cuenta el interés superior de los niños y la importancia de mantener una relación sana entre los padres, otorgaré la custodia compartida a Brianna y Eduardo", declaró el juez. "Ambos han demostrado su dedicación y amor hacia sus hijos, y es crucial que sigan trabajando juntos para el bienestar de Mateo y su hermana". La sala de audiencias se llenó de tensión mientras Brianna y Eduardo continuaban su disputa por la custodia de sus dos hijos. Aunque ambos padres habían demostrado amor y compromiso hacia Luis y su hermana, ahora se enfrentaban a un desafío adicional. Eduardo, con una expresión preocupada y firme, expresó su desacuerdo con respecto a permitir que Luis saliera de casa debido a su condición de salud. Brianna, consciente de los riesgos que la bronquiolitis presentaba para Mateo, había abogado por una custodia compartida, p
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— Soy Franco.— Hola Franco — comentó Melisa.En esa semana, Melisa había estado encargada de ir a visitar a Briana y llevarle su ropa, así como traer la ropa sucia. Se había olvidado completamente de Franco.— ¿Cómo has estado? — preguntó Franco.— Bien, bastante ocupada en esta semana — respondió Melisa.— Lo supuse, y no quise molestarte — dijo Franco.— Gracias por eso, aunque no me molestas — comentó Melisa.— ¿Quieres que nos veamos hoy? — preguntó Melisa.— Claro, en realidad te llamé para eso — respondió Franco.— ¿Y a dónde propones ir? — preguntó Melisa divertida. Se sintió feliz en ese instante, con una enorme sonrisa hablando por teléfono.Briana terminó de nebulizar a Lu
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— Algo así. Pues no, no estoy aquí contigo para acercarme a ella, sino porque quiero acercarme a ti — comenta Franco, y ella sonríe.— Eso me da un enorme alivio — dice Melisa.— No pienses lo contrario. Yo estoy aquí con la mujer más hermosa de todo el restaurante — dice Franco. Sus palabras hacen sonrojar a Melisa.— Eres un exagerado, ¿lo sabías? — comenta Melisa.— Es la verdad. Eres la mujer más bella del mundo, y estoy muy feliz de tener a alguien así frente a mí — dice Franco. — ¿Qué comeremos? — preguntó Briana hacia Eduardo, quien se encontraba ocupado en su escritorio, trabajando.— ¿Quieres que cocine algo yo? — preguntó Briana.— No, déjame cocinar yo — respondió Eduardo, quitándose los lent
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"Soy Briana", comentó, mostrando indiferencia."Ella es mi esposa", comentó Eduardo alejándose."Es un placer para mí conocerte", comentó Lautaro, besando la mano de Briana, quien sonrió un poco avergonzada."El placer es mío", murmuró Briana, acercándose a él, estrechando su mano y dejando un beso en su mejilla."El placer es mío", volvió a repetir Lautaro, y ella se rió divertida."Hasta cuándo nos saludaremos", preguntó Lautaro."Si quieres, te puedo seguir saludando en otro lugar", murmuró cerca de su oído. Briana abrió los ojos sorprendida, y en ese instante se sintió avergonzada. Pero se alejó, mientras Eduardo se dirigía a ver a Emma.>, pensó Britana, sintiendo humedad en su zona intima."¿Ya se conocieron?", preguntó Eduardo divertido."Claro", comentó Briana y se sentó enfrente de su amigo. Briana se fue por el pasillo.Entonces, ¿cómo has estado? preguntó su amigo con curiosidad."Bien, bueno, no del todo bien como verás", comentó Eduardo, señalando su sil
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 "¿Por qué dice que eres tonta? ¿Qué ocurrió?" preguntó su amiga confundida. "Yo le creí, cómo…  le creí cada palabra", comentó Briana y siguió llorando. "No sé de qué me estás hablando", respondió su amiga. "Agustín tiene otra familia", dijo Briana. "¿Agustín?" preguntó su amiga confundida. "Sí, él me dijo que yo era la única mujer, que qué idiota fui. Y me dijo que había estudiado durante muchos años y que no había tenido tiempo de estar con nadie", explicó Briana. "Briana, escúchame, ¿cómo sabes que eso es verdad?" preguntó su amiga. "Eduardo me mostró una foto, y es verdad. Él tiene
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"Perdón, tu esposo me dejó quedarme", respondió Lautaro. "Exesposo", corrigió Briana. "Lo lamento", dijo Lautaro. "En realidad, esta casa es mía", comentó Briana levantando una ceja. "Lo siento, en realidad no lo sabía", dijo Lautaro. "Te dejo quedarte", comentó Briana, dándose la vuelta. "Gracias", respondió Lautaro con una sonrisa y luego dijo: "Lamento lo que te enteraste". "¿Qué cosa lamentas? ¿Que él me hubiera mentido o que haya sido la amante sin querer?", preguntó Briana mientras llenaba el vaso de agua. "Las dos cosas", respondió Lautaro. "Ya ves, Eduardo es un maldito mentiroso, y yo no tengo suerte con los hombres", comentó Briana. "Yo lamento haber
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"¿Me traes el desayuno también? ¿Acaso eres un mozo?", preguntó divertida. "Algo así", comentó en silencio, intentando no despertar al bebé que se encontraba en la cuna. "Gracias por el desayuno. Al parecer, recuerdas que me gusta la tostada con mermelada de frambuesa", dijo Briana. "Claro que sí, y también de ciruela, ¿verdad?", corrigió Lautaro. "Ciruela, cierto", asintió Briana. "Y a ti te gustan mucho las galletas de chocolate, las que son rellenas". "Sí, eso sí me sigue gustando, aunque ya no puedo comerlo", comentó Lautaro. "¿Por qué no?", preguntó Briana confundida, levantando una ceja mientras recibía el desayuno. "Me detectaron diabetes", respondió Lautaro. "Lamento escuc
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De repente, recibí una llamada. Casualidad, era el número misterioso que sabía los tres primeros números, a pesar de haberlo borrado en mi ataque de histeria.No quise contestarle, corté la llamada, pero volvió a llamar. Suspiré y atendí el teléfono. "¿Hola?", pregunté. "Hola amor, soy Agustín", respondió. "Y sí, ¿quién más?", comenté con desgano, poniendo los ojos en blanco. Me di la vuelta y apoyé mi trasero en la barra. "¿Estás bien?", preguntó. "Sí", respondí en tono seco, queriendo insultarlo, decirle que lo odiaba, que era un maldito desgraciado. Pero me contuve. "Te noto un poco rara", murmuró. "No ¿Cómo? para nada", comenté mientra
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—¡Exagerada! — comentó divertida mientras me abrazaba.—Tengo una idea. ¿Qué tal si vamos a correr? — propuso Melisa.—Estoy en mis días, Melisa. No puedo y lo sabes. Menos el segundo día.—Tienes razón. Eres como una marea.—Melisa, la regañé — y ella se rió divertida.—Perdón. Bueno, ¿entonces qué haremos? — preguntó.—No lo sé, quizás debemos ocuparnos de los niños. ¿Qué tal si él los lleva a pasear?—Entonces, estas son las novedades de todo el día — preguntó.—Vino el autor un ratito, me dio un trozo de chocolate y me trajo helado.—Qué tierno — comentó Melisa.—Da igual. No sé cómo le fue en la entrevista y no sé cóm
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"¿Qué haces?", pregunté confusa, mirándolo a los ojos. "Distráerte,  ahora lánzate por el tobogán", dijo. "No, ¿tú quieres que yo me muera?", pregunté. "¡Mentira! Eres valiente, no va a pasar nada", respondió. "Es muy alto, me voy a caer de culo", dije. "Briana, no va a pasar nada", dijo, pero no me convenció. En realidad, quería bajar porque sabía que si me quedaba ahí, él volvería a besarme. Sin embargo, me dejé caer. Sentí el viento chocar contra mi rostro, podía sentir cómo mi trasero se deslizaba poco a poco sobre el metal y mis manos tocaban la baranda, llenas de miedo. Pero me dejé caer hasta que finalmente llegué al final. Di un grito mientras miraba hacia atrás. "¡Te d
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