Aidan me acostó sobre la cama con sutileza como si temiera lastimarme.Mi cabeza estaba girando, por suerte las náuseas ya habían desaparecido pero quería estar sola.Alcé mi mirada para verlo a los ojos y mi mandíbula se tensó inevitablemente.—Estoy bien, estoy un poco cansada.Puedes irte.Ahora fue su turno de tensarse.Vi como apretó sus puños y sus ojos me quemaron con la mirada que me dio aunque se las arregló para asentir con la cabeza.—Está bien, te dejaré descansar pero vendré a chequearte.—No tienes qué hacerlo —murmuré yo apartando mi mirada de él para colocarla sobre la ventana de mi habitación.Escuché que él dejó escapar un gruñido de sus labios por lo bajo.—Voy a hacerlo, de eso no hay discusión.Descansa.Antes de que pudiera evitarlo, Aidan cubrió mi cuerpo con una frazada y salió de mi habitación en silencio.Mi traicionero corazón latió con más rapidez y tuve que deshacerme de todos esos pensamientos estúpidos que rondaban por mi cabeza sobre Aidan y yo.—Dejémo
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