Capítulo 112: El verdadero cáncer.
Tres años después. Cada golpe del martillo rompiendo los ladrillos, que mantenían a la bestia en su encierro, hacían temblar las paredes de aquella oscura, lúgubre y solitaria habitación, pero la mujer que ocupaba la silla en un rincón no movió ni un solo dedo. Fátima no se inmutó ante la llegada de una visita inesperada después años encerrada por sus crímenes. Cuando el último ladrillo cayó al suelo y el rostro de una mujer apareció en la puerta, Fátima soltó una incómoda carcajada. —¡La perra regresó por el hueso de oro que no puede soltar! —exclamó Fátima chocando las palmas. —Pero como buena perra, zorra y puta que es, tenía que venir aquí para asistir con sus propios ojos la caída de la única persona que no pudo engañar…¿o no es así? —Ya decían los más antiguos, cada uno recoge lo que siembre, Fátima. —contestó Rania con un tono seguro y calmado. —Aunque terminar entre cuatro paredes, recibiendo todos los días una buena porción de comida, con una ducha a tu disposición y
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