Capítulo 40. Quemarse sin remedio
Magda miró la mano que se alzaba ante ella, pero no la tomó. A diferencia de las suyas, la delicada mano de Ámbar no tenía largas uñas impolutas ni manicura impecable. Peor aún, esa mujercita desconocida que se sentaba frente a "su" hombre, ni siquiera se había maquillado para estar allí.-¿Novia? ¿Tú? Imposible querida. ¿Marco Rizzo de novio con alguien como tú? Te está usando para algo, linda. No sé de qué oscuro rincón lleno se ratas has salido, ni cómo llegaste aquí, pero es evidente que no eres su tipo, ni la mujer que él se merece.- se volteó hacia Marco iracunda, mientras comenzaba a elevar la voz, olvidando, a causa del alcohol, que estaba en un lugar rodeada de gente- Tú, Marco, tú eres un idiota, un verdadero idiota. ¿Acaso me dejaste por esta insulsa, por esta… cosa? Esto es obviamente una farsa, por supuesto… no puede ser tu novia, nadie puede, nadie… descubriré lo que sucede aquí, ya lo verás… ya lo verás… los desenmascararé… Se giró sacudiendo su larga cabellera rubia,
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