Esa noche Emily soñó de nuevo con Mila. Solo que en esa ocasión, ella llevaba puesto un vestido rojo ajustado y justo estaba parada en el balón principal mirando el mausoleo a la distancia. Por supuesto, como en cada sueño, ella no hablaba, pero parecía entre molesta y al mismo tiempo melancólica. Emily intuyo qué sé debía al hecho de que Mila había muerto de forma inesperada y de forma prematura, aunque tal vez también era porque había comenzado a conocerla a través de las perdonas con las que había convivido. Ahora Emily sabia que su hermana había sido una perra de lo peor, pero aun así ella estaba segura de que de no haber sido secuestrada, ella habría sido una persona diferente, pero simplemente no había tenido la oportunidad de ser diferente. Cuando despertó, lo hizo gracias a su teléfono qué no había dejado de sonar, ella tuvo que responder para que el sonido de la llamada no despertara a Jacob. —¿Diga?—dijo con voz somnolienta mientras intentaba sentarse en la cama. —¿Emily?
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