Casi seis meses habían pasado. Los días se volvieron largos y tediosos, las noches frías y solitarias. Después de su encuentro con Lucian, Emma paso un par de semanas en Canadá, en el viejo hogar que compartieron ella y sus hermanos durante su juventud, el que conservaban tan solo por mero sentimentalismo. No le habló a nadie de lo sucedido, no quería preocupar sin razón a su familia, hasta dónde ellos sabían fue ahí para pasar tiempo con Matheo y qué él conociera el lugar donde ellos crecieron.Al volver a New York, una parte de ella esperaba encontrar a Lucian, incluso cuando fue ella quien lo dejo, tenía una pequeña gota de esperanza de que él estaría ahí, esperando su regreso. Sin embargo, los días pasaron, las semanas, los meses, y una vez más, él se desvaneció con el frío del invierno.Emma volvió a su rutina, con el corazón un poco más roto, pero con la seguridad de que había hecho lo correcto para ella, pero sobre todo, para Matheo.—¿Pensaste en lo que te dije? —Cuestionó Bet
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