A la mañana siguiente, Moira se despertó con los ojos hinchados e irritados de tanto llanto nocturno.Fue una noche difícil, apenas logró dormir solo unas cuantas horas.Era sábado y no tenía trabajo hasta la tarde, así que se dio un buen baño y luego bajó para preparar un desayuno elaborado para su linda hija.Ella bajó soñolienta de su cuarto, pero de inmediato se animó al ver toda la comida que le había preparado. Las dos tenían buen apetito, y a Moira le gustaba cocinarle a su niña, ya que para ella aprendió a cocinar, en primer lugar. Mientras desayunaban, Moira la miró seriamente.—No apreció que me hayas mentido respecto a tu profe, ya sabes.Ella se estremeció, antes de sonreír nerviosamente.—Perdona… creí que si lo veías de cerca él te caería mejor… —Hizo pucheros adorables que le hicieron muy difícil regañarla.—Aun así, no debes mentirle a tu madre, Lutxi. Yo solo quiero lo mejor para ti así que decirme las cosas nunca hace daño ¿sí? No vuelvas a mentirme. —La miró severa
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