Se dijo a sí misma.—Solo son dos semanas, y ya han pasado tres días. Puedes tolerarlo.Respiró profundo y salió de la ducha para colocarse ropa cómoda y preparar la cena. Cuando estuvo lista bajó las escaleras sujetándose el cabello e ingresó a la cocina sin darse cuenta que Alan ya estaba allí.El joven se encontraba detrás de la puerta de la heladera empinando una botella de agua, gesto que la hizo fantasear varios escenarios posibles en cuestión de minutos. Milagros siempre había sido una mujer que le gustaba tener todo bajo control para sortear cualquier imprevisto, pero con el arquitecto era todo lo contrario, ella no entendía como podía ser así sin estresarse.—Me asustaste —musitó tomando su pecho.—Tan feo soy —dijo dejando la botella sobre la mesada.—No es eso, es que no estoy acostumbrada a convivir con nadie.—¿Me dirás que nunca conviviste con un hombre? —Arqueó una ceja cruzándose de brazos—. Ni siquiera unas vacaciones.—En vacaciones es distinto porque son pocos días.
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