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Todos los capítulos de Lejos de casa: Capítulo 31 - Capítulo 37
37 chapters
31
JACK—Qué bien. Cena de fin de año en casa de los suegros —murmuro.La entiendo, está acojonada por lo que pueda pasar y yo prometo mantener mi bocaza cerrada siempre y cuando no estén jodiendo.—No vayas con esa actitud. Nos vamos en dos días. Ni ropa tengo, Cece ha intentado hacerme un apaño con la ropa más formas que cree que tengo pero sólo ha encontrado unos vaqueros con los que vine y una sudadera negra. Es una simple cena, quiero decirle que no se tiene que preocupar tanto ni que enredarse en el baño con su neceser a disgusto.—Estás guapa así. Venga, vámonos ya antes de que me se me quiten las ganas.Deja el baño echo un desastre, no deja de corretear preocupada por el reducido espacio de la habitación. Se va a empezar de los tirar de los pelos. Joder. Son personas que ya nos han visto de mil maneras. Cuando se agacha a organizar un mínimo de su maleta, la falda del vestido rojo se le levanta para darme una ínfima vista de su culo. Casi le rompo esas bragas rojas que se ha pu
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CECELa primera vez que me marché de Seattle antes de que empezara el curso estaba asustadísima por cómo sería mi nueva vida. Hoy estaba deseando que el avión despegara. No dejo de estar abrumada hasta que salimos del estado. Lidiar con mis padres y con los Bennet será más fácil si no me ven y si yo no veo sus caras de tristeza. Y me enfada y me entristece más ver que los Bennet no han hecho ni el intento de reconciliarse con su hijo.Jack: ¿Dormimos juntos hoy? Saco la cabeza por el pasillo del avión, está sentado cuatro filas más atrás.No quiero ir a la fraternidad y juntarme con esa panda de simios atrasados. No le he contado a Jack de los sobeteos de su compañero, no quiero que tenga problemas en la fraternidad.Cece: En la residenciaJack: Tengo un sitio mejor¿Un sitio mejor? No le doy muchas vueltas y él no me dice dónde es aunque empiezo a pensar que nos vamos a colar en el barco de nuevo. Aterrizamos cuando ya es de noche, estoy agotada y llegar a Miami es un soplo de otra
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CECELa vuelta a la rutina me sienta bien, ya ir a clase es como un soplo de aire fresco. Veo muchas caras largas pero a mi me encanta, incluso Jenn me saluda en la clase que compartimos.—Llevé a Jack al aeropuerto, tienes que gustarle mucho —me dice.—Oh. Gracias. —Le haces bien. Lo llevo conociendo años y ni cuando estaba conmigo era así.Espera.—¿Habéis salido juntos? —pregunto.Ella me mira con sus ojos azules y una sonrisa perfecta de dientes blancos.—Era solo sexo, se terminó cuando tú llegaste. Pero no te preocupes —se apresura a decir y estira la mano hasta cogerme del brazo—, que no me molesta. Soy su amiga antes que nada y me agrada ver que es menos capullo. Me lo debería de haber olido, Jack ya salía con cualquier chica guapa en el instituto y Jenn no es menos ni será la única chica del campus que haya pasado por las manos de Jack. Sólo espero no correr con la suerte de sus novias anteriores. —Ah. Me regala una última sonrisa antes de ponerse a teclear en su teléfono
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CECEMis padres no tardaron en ingresarme el dinero de los Bennet en mi cuenta, soy consciente de que es muchísimo dinero y que los Bennet quieren que lo tenga yo porque creen que lo merezco. Jack lo necesita más, está trabajando todas las tardes y ahora se aplica a tope con sus trabajos para pasar sin penas a su último año universitario. Tiene un apartamento que pagar y nadie le ayuda con los costos de los estudios. Nunca lo había visto tan aplicado en nada para conseguir aunque sea media beca, me he enterado de que tiene unas deudas con el banco por préstamos de estudios.El dinero no me pertenece aunque esté en mi cuenta bancaria, por eso cuando por fin paso mis exámenes de conducir, busco un coche que le guste a Jack. Me ha costado, he conseguido sortear la autopista a la mínima velocidad permitida y Peter me dejó ayer su coche para llevarnos al bar y tardé más de la cuenta. Tampoco me queda ya tanta vida social, encontré un psicólogo y mis padres estuvieron muy insistentes en qu
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CECELo he echado de menos. Para todo y eso que han sido solo unos pocos días.Me empuja sobre él y mis hormonas toman el control. Es tan guay tener un espacio tan íntimo como este... Él gruñe y yo me froto con más ansias. Su camiseta me descubre los muslos y se enreda mi tanga de hilo entre los dedos animándome a seguir. Lo necesito y por lo que estoy sintiendo contra mi entrepierna, él también. —¿Tanto me has echado de menos? —se burla.—Por lo que noto, estamos igual. Levanta las caderas a la vez que me empuja contra él. Él gruñe y yo gimo más. Nos da la vuelta en la cama, a Jack le gusta mandar, ser dominante y hacer conmigo lo que quiera porque sabe que yo soy suya.—Jack... —jadeo. Abre la boca contra la mía como si fuera a retarme para que le diga lo que quiero: que me folle. Pero no le sale nada porque su teléfono empieza a sonar con insistencia.—Joder.—No le hagas caso —le pido. Me empuja con cuidado a su lado y de paso me besa. Un beso ligero que me deja con ganas de m
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Epílogo
JACK—¿Dónde está?No es difícil saberlo. Me planto en la puerta de casa de mis padres y llamo al timbre. Claro que me preocupa que haya venido, ha venido sola y como se desmorone otra vez... Pero no, está sentada en el sofá y no soy consciente de lo intranquilo que estaba hasta que me mira.—¿Qué haces aquí? —me pregunta y se levanta.—Estaba preocupado. ¿Todo bien? Asiente lentamente y se arrastra a mi lado. Levanta la mano y me la deja en el pecho, tocándome como si fuera un perro que necesita calmarse.—Todo bien.Cojo su mano y me la llevo a los labios. Hace tanto que no entro aquí que ni siquiera recuerdo si antes se sentía así o si olía así.—Jack. ¿Jack qué? Giro el cuello y lo miro. Cee se me escapa de las manos y quiero atraparla pero ya es tarde, se pone de puntillas y me da un beso fugaz en la mandíbula.—Habla con ellos —me susurra y me da otro beso—. Te quiero.Yo la quiero pero esto es una encerrona de manual. La casa entera se me cierra cuando ella sale y me deja so
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Extra
10 AÑOS DESPUÉSCECE—¡Jack! —grito, todo sigue tan vacío que hay algo de eco. Baja las escaleras y aparta unas cajas del camino con el pie. Me sonríe y el corazón me salta en el pecho. Con el paso del tiempo no he dejado de quererlo más y más. —Ya voy ya voy —dice y empuja la pila de cajas del medio.—Gracias. Pesa, ¿sabes? —bromeo.Sus manos, tan grandes y seguras, me quitan unos mechones del pelo de la cara y me escucho soltar un suspiro tonto. Están siendo unos días locos y ahora nos queda mucho por delante.—Ve a sentarte, deja que me ocupe yo.Quiero gimotear por lo bueno que es. Me pone muy sensible tener una pareja como él, alguien tan perfecto. Está haciendo la mudanza prácticamente solo.—Hay mucho por hacer —digo—. Quiero ayudarte, terminaremos antes.Suspira, sé que a él tampoco se lo pongo fácil con mis insistencias cuando lo único que quiere es que descanse. Pero me quiero quitar esto de encima, hemos atrasado el mudarnos durante estos últimos años hasta que ya ha sido
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