Separa la espalda de la pared y se encorva cerca de mi. No se ha echado colonia, lo he notado desde el primer momento pero aun así huele a una esencia personal bastante nostálgica.—¿Qué yo te gustaba? —balbucea.Me río, de nuevo, de la situación y de su cara patidifusa.—Estaba súper enamorada de ti —no sabía que decir estas cosas podía ser tan liberal, ahora quiero decirle todo—. No me gustaba tanto el baloncesto como para ir porque sí.Se le juntan las cejas y me escudriña el rostro. Yo me conozco el suyo a la perfección, pero hago lo mismo, repaso las mismas zonas de su cara que podría dibujar de memoria, solo que ahora están más oscuras, más marcadas por un trauma y por el paso de tener dieciocho años a veintiuno. —No sabes lo que dices —niega y por un segundo me pincha el corazón que crea que estoy mintiendo—. ¿Por eso me besaste la otra noche? ¡¿Que yo qué?!—No, a ver, tú me besaste —rectifico y se le abre la boca—. No me mires con esa cara porque empezaste tú. Me vas a volv
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