Zoe no quiso cenar, aunque ansiaba pasar tiempo con sus padres, después de no verlo por tanto tiempo necesitaba de ellos. Sin embargo, prefirió quedarse en su aposento, puesto que con el malhumor que se carga, analizó que lo mejor era no arruinar el apetito de todos. De repente, hubo un golpe suave en la puerta y, antes de que pudiera responder, Isaías entró en la habitación con una bandeja llena de comida y se levantó de inmediato, molesta por su presencia.Isaías le sonrió y le tendió la bandeja. —He traído tu cena —, le habló él con una sonrisa.Con un movimiento brusco Zoe rechazó la bandeja y se dirigió hacia la ventana, Isaías divertido la siguió y la abrazó por la espalda mientras que ella rehuía de sus caricias, pero él le dejaba besos en el cuello.—Te quiero, mi luna terca.Ella se giró de forma tosca y le aseveró furiosa: —No quiero que me quieras de esa forma.—Te querré de todas las maneras que desee, pero ya no estés enfadada —, le solicitó mostrando una sonrisa.Zoe
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