Había caído la noche, y Zoe no quiso ser llevada a casa, al menos no por Isaías y Ronald no se atrevió a ofrecerse, pues no quería tensar más la situación entre Isaías y él, por lo que le pidió a Sacha que no la dejara sola.—¡Oye!, si quieres puedes pasar — le sugirió Zoe a Sacha cuando la dejó frente a la puerta de su casa.—No, Zoe, te agradezco el gesto, pero ya ha sido demasiado por hoy, mejor otro día. Sacha miró desde su carro lo hermoso y simple que es ese hogar, uno que ella nunca había añorado tener, pero que ahora le parece bonito sentir lo que es una familia. Muy profundo en su corazón anheló tener una casa que más que un espacio para regresar a dormir fuera el lugar donde quiere estar porque se imaginó lo bien que debe sentirse ser recibida por personas que le demuestren que la aman; sin embargo, esa ilusión se desvaneció al recordar que no tiene nadie que espere su llegada.«Ya veo porque Luisana siente tanta envidia, Zoe eres afortunada», pensó con tristeza, pero a dif
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