Esperé a que mi mujer se arreglara, el vestido evidenció lo delgada que estaba, tomé el monitor para escucharlos, también le había puesto una cámara a la cuna, enlacé la IP al celular de Verónica, los primeros ocho días no tendrá celular, después si y podrá ver a los niños, yo también tengo la misma imagen. Estaremos desayunando y ellos se quedan durmiendo. Verónica se quedó mirándolos. —Roland cuídalos, por favor. —Hermosa, ¿por qué crees que me quedo? —acuné su rostro y la besé—. Vamos a que desayunes. Al bajar en el inmenso comedor estaban todos mis amigos, Raúl y Santiago. Teníamos el tiempo contado, Carmela había hecho un desayuno delicioso. A cada momento mi mujer miraba el celular viendo a nuestros hijos, le tomé la mano. Miguel se levantó de la mesa. —Vero, debes llegar al aeropuerto, anda vamos, es hora de comenzar a despedirte. Con nostalgia mi mujer se despidió de Luisa, Diana, mi madre, Inés, Guadalupe, cuando llegó a Gustavo le dijo algo, lo mismo hizo con Arnold, Dan
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