63. La pared de espejo
El veintitrés de diciembre, Lacey había estado compartiendo con sus amigas la despedida de soltera, hasta el atardecer, en la que había quedado a reunirse con Danniel. Se había puesto un vestido rojo y se había amarrado su cabello castaño en un moño. Subió al auto de su amante y lo saludó con un corto beso. El viaje duró algunos minutos, pero llegaron a un imperioso edificio. Al acceder al recinto, fueron recibidos por una anfitriona que tenía la cara tapada por un antifaz y Danniel le entregó una brillante tarjeta; y ella los guio por el lugar. Entraron a una espaciosa habitación donde había muchos muebles, como en un motel, pero con mejor apariencia. Había mesas con diferentes bocadillos, postres y otros alimentos, así como bebidas y distinta parafernalia adulta, como vibradores, látigos, cuerdas. Sin embargo, notó, de inmediato, que uno de los muros del cuarto, estaba protegido por una enorme persiana enrollable eléctrica de color negra y dos sillones que apuntaban hacia el muro. M
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