Él ya había aprendido que ella podía sorprenderlo con mucha facilidad, ya sea con lo que hiciera o dijera. Y esta vez no era la excepción.Ariadna acarició su mentón, el hoyuelo en su barbilla se apreciaba mejor sin su barba, sintió el impulso de morderlo para demostrar su punto, pero se contuvo.—¿No dirás nada? Fue difícil para mí aceptarlo.—Me has sorprendido, otra vez. Debiste avisarme qué harías esto.—Entonces ya estamos a mano. —Dijo recordándole como la había sorprendido él en la fiesta cuando la tomó en sus brazos frente a todos— Siento lo de esa noche…—No debes disculparte por eso. Estabas teniendo una pesadilla o algo así, es natural.—Alexander Green, eres un buen hombre. Quisiera prometerte que te amaré, pero… —Él detuvo sus palabras, colocando un dedo sobre sus labios.—Intentemos juntos descubrir a donde nos puede llevar esto que sentimos, ¿Qué dices?—Sí, quiero intentarlo —Ya no tenía dudas de eso, además él era su esposo y si no era con él ¿entonces con quién?Se q
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