GIANNA«Señor Wind, ¿qué opinión le merecen las últimas revelaciones sobre la nueva pareja de Su Majestad?», preguntó el periodista de otro canal en medio de la rueda.Gregori, que tenía un aspecto intachable, le dirigió la mirada.—Oh… eso pasó esta tarde, después de que salimos del Congreso… fue una locura… —masculló Zoe y luego bostezó. Quizás estaba llegando a su límite.En la pantalla, de hecho, pude ver a Zoe detrás del Premier, además de a algunas otras personas que no conocía, pero que debían ser miembros del gobierno, ministros o así.Lo correcto, según yo, habría sido que Gregori pasara de largo de una cuestión así porque, seamos sinceros, ¿era un tema del que preguntarle al segundo al mando de un país? Me parecía una locura; sin embargo, el rubio permaneció quieto.—Es el tema de moda —comentó y se sonrió, pero no fue de mala manera, o al menos a mí no me lo pareció—. Pienso, muy a criterio personal, que es terrible inmiscuirse y criticar la vida privada de Su Majestad pens
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