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Todos los capítulos de La asistente del Rey: Capítulo 31 - Capítulo 40
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Capítulo 30: Sal conmigo
GIANNALaurice y yo continuamos comiendo y hablando ya de otros asuntos. Por ejemplo, supe que acababa de terminar con su novio de la preparatoria y, como estaba triste y se sentía deprimida, le pidió permiso a su madre para venir a su antiguo hogar. Supe que quería acercarse a Vik, aunque no lo manifestó demasiado, y que le faltaban unos meses para terminar su posgrado y se encontraba en el trabajo final.Ella no se desempeñaba en los negocios familiares, sino que hacía lo que siempre quiso, centrarse en la biología y en el estudio de su pasión. Eso también me hizo preguntarme qué deseos tendría Vik con su propia vida que fue incapaz de cumplir al tener que subir al trono.Después de terminar la comida con un postre de chocolate, a eso de las dos de la tarde, ambas salimos con Mark siempre escoltándome, cosa que no pasó desapercibida por la muchacha.—¿Por qué él te sigue? ¿Acaso estás vigilada porque hiciste algo malo? —inquirió y le dio un mirar de reojo al susodicho.—No. Vik, qui
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Capítulo 31: Conectar
GIANNALa palidez se extendió con gran extrañeza en su rostro ante mi pregunta y, al tiempo, un ligero puñal se enterró en el fondo de mi corazón al darme la certeza tras pronunciar ese nombre.Vik prensó los labios con ligereza y suavizó su mirada.—La tenemos… —susurró con cierta inseguridad—. Si le quitas la parte de verse una vez al año, sí… ella y yo fuimos un poco así, es lo que creo —musitó y soltó un respingo.Abby era una chica, fue pareja del hombre que tenía delante.—¿Fue quien te engañó, te engañó o te dejó?—La que me dejó —respondió él con suma decepción y frunció los labios.Darme cuenta de que esos sentimientos por otra mujer aún lo recorrían, hizo que mi pecho se apretara en un gran nudo que me impidió respirar por unos segundos. Él no la había superado, entonces, ¿qué pintaba yo aquí?—Pero no me gusta hablar de eso porque… fue difícil —murmuró por lo bajo y apenas alzó la vista.Tenía que ser comprensiva en medio de todo esto, ¿no? Después de todo, de cierta forma
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Capítulo 32: En la palma de mi mano
GIANNA Una ligera brisa revoloteaba alrededor. Era fría, sí, debía serlo por la hora de la noche, pero yo no podía sentirla, pues me encontraba envuelta en un halo de regusto, de calma y de pasión de la que ni loca quería salirme. Vik se separó apenas y delineó mi mejilla con mi pulgar con delicadeza. —Gia, ¿te gustaría dormir conmigo esta noche? —preguntó muy calmo y en voz baja—. Pero no pienses en nada raro, solo dormir, ¿está bien? Fruncí el cejo al instante y no evité preguntar: —¿Solo dormir? —¿No estás cansada? Ha sido un día largo, no deberías forzarte —comentó él y siguió acariciando mi mejilla tras separarse un poco más. —Entiendo, pero, ¿tú estás cansado? —Sí, aunque no tanto. —Se encogió de hombros. —Entonces… —¿Es que quieres tener se.xo? —interrumpió el otro, dejándome en blanco. Volteé enseguida a un lado, consciente de que ese hombre vio a través de mí por completo, y tuve que esperar largos segundos para poder enfrentarlo, aunque con cierta timidez. —¿Tu no?
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Capítulo 33: Todo de ti
GIANNA—Hmm… eso se siente bien —murmuró Vik mientras echaba su cuerpo hacia atrás con ligereza.Hacía unos minutos que mi lengua jugaba con su erección a placer, aunque recién comenzaba lo bueno.Sus ronroneos ocasionales me incitaron a avanzar un poco más y, para cuando pude dejarlo entrar hasta la mitad, sin dejar de mover la mano y acariciar también el resto de su parte baja, soltó un fuerte respingo que me sirvió de aliciente para continuar.—Gia… tu lengua es genial… —masculló con voz ronca.Escucharlo decir eso me llenó de más ánimo y lo dejé ir un tanto más lejos y hasta el final, aunque sentía que, más que ahogarme, era como si todo en mi garganta se cerrara; no obstante, no detuve la lengua y me quedé por unos segundos, hasta que salí dando bocanadas fuertes en busca de aire mientras mi mano aumentaba el ritmo y, al mismo tiempo, sus gruñidos aumentaban más y más en volumen.Alcé la vista para mirarlo, y encontré a un Vik con la cara enrojecida y los ojos fijos en mí y en lo
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Capítulo 34: Contraste
CAMERONMi padre era un hombre que amaba la disciplina, pero también relajado, amable y divertido. Mis mejores recuerdos de él son los dos en la azotea del palacio cada noche que le era posible, mirando las estrellas a través de uno de sus telescopios y, sin lugar a dudas, uno de los momentos que más rememoro fue cuando, a mis cinco años, me regaló mi primer telescopio.Creo que ese fue el inicio de todo.Papá amaba a mi madre, al cielo, a mi y a mis hermanas y al país, en ese orden, pero se vio obligado a cambiar sus prioridades en el momento en el que su propio padre murió de manera inesperada. El país pasó a ser el primero, y todos los demás sufrimos las consecuencias de eso. Quizás habría sido más fácil si hubiésemos sido jóvenes, pero no… apenas éramos ni.ños, y mamá era una fiera mujer preocupada por ser una buena esposa y referente de los negocios familiares, y se comportó como una Reina ejemplar. Amaba tanto a sus hijas, papá también.Pero… ¿qué sucede cuando solo sientes cari
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Capítulo 35: No te has rendido
CAMERON—¡Oh, lo siento, iba a tomar mi copa y solo se me resbaló! —exclamó fuerte Rosemarie.Me levanté de golpe de mi asiento al darme cuenta de que su vino tinto ahora me escurría por todo el pantalón.—¡¿Pero qué te pasa?! —exclamé sin poder evitarlo y me eché hacia atrás.Ella puso una expresión retorcida que trataba de parecer pena y sorpresa, pero pude ver fácilmente detrás: no le gustó que Lau hablara de invitar a Gia, mucho menos que fuese aceptado.Dios… ¿por qué tenían que existir personas tan superficiales en el mundo?, ¿por qué tenía que volver a encontrarme con una mujer que pensaba que esto era una novela de drama o algo parecido?—¡Yo no…!—¡Vete de aquí, por favor! Ve a comer a otro lado, lejos de mi vista —exigí con voz y semblante duro.La pelirroja abrió los ojos de par en par y tragó entero; sin embargo, eso se le pasó al instante.—¡Solo se me derramó el vino! Ya dije que lo sentía, ¿de verdad vas a correrme por eso?—¡Sí! —contesté fuerte, ignorando que volvió a
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Capítulo 36: La explosión
GIANNACuando volví de mi almuerzo, me encontré con que Vik tuvo que ir a cambiarse por un altercado ocurrido mientras almorzaba con su hermana y Rosemarie en el ala de invitados. Se dio el cambio de turno entre los guardias y me quedé trabajando, con Matt que cuidaba la puerta de la oficina.El neerlandés era complicado, sin embargo, Vik me había dejado algunos pendientes en ese idioma para que me fuera familiarizando más con él; obviamente, él tendría que revisar lo que hiciese a su regreso, pero tampoco lo veía imposible. El pelinegro dijo que, como sabía inglés y francés, un tercer idioma me sería mucho más fácil de entender y, sí, tenía razón.Seguí con lo mío hasta eso de las cuatro de la tarde. Como se suponía que debía esperar por la agenda de Vik para tomar mi cena, decidí que lo mejor era ir a la cocina a buscar una merienda, por lo que salí de la oficina rumbo allá a por unas galletas y un jugo.En cuanto me dieran mi sueldo completo, porque tuve un adelanto para gastos per
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Capítulo 37: Prioridad de nadie
GIANNA Su exclamación me dejó tan fría como el hielo, y perdí la noción de mí misma y del mundo por unos segundos en los que deseé con firmeza que me tragara la tierra, en especial al ver cómo el muchacho que acababa de gritarme daba un paso atrás, se tapaba la boca con una mano, como abochornado de haber dicho lo que dijo, y con la otra se removía el pelo impaciente. Sus orbes de jade, normalmente seguros o tiernos, se llenaron de una terrible complicación y, tras exhalar con fuerza, volteó hacia un Tom que permanecía quieto cual roca, quizás también sorprendido por este increíble giro en los acontecimientos. —Tom, ¿puedes darnos un momento a solas? —pidió Vik en perfecto inglés. El castaño asintió al instante, se acomodó la corbata y, tras aclararse la garganta, contestó: —Por supuesto, señor. Me encargaré de que nadie los moleste. Acto seguido, salió de la oficina y cerró la puerta tras de sí. En ese instante sentí como si el mundo se volviera un helado campo de maldad, como
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Capítulo 38: Sincerándose
CAMERON—Vaya… ¿no crees poder ir un poco más lejos? —hablaba mientras caminaba a la cocina de mi departamento.—Hmm… hombre, puedo intentarlo, quizás pueda usar la influencia de Ryan para eso, o lo que me queda a mí después del espectáculo.Solté un resoplido y asentí con la cabeza.—Bien, hermano, lamento insistir tanto, pero…—No, sé lo importante que es para ti, así que no te preocupes. Para serte franco, todo esto también me tiene muy intrigado. Este trabajo me gusta mucho más que ser tu consultor estratégico.Me eché a reír mientras sacaba de la nevera un envase con jugo y una barra de chocolate Lindor que me comería entera; además, busqué en uno de los estantes y tomé un paquete de galletas wafer rellenas con crema de fresa que también me comería. Volví sobre mis pasos para ir a mi cuarto, no sin mirar por vez mil la puerta de la habitación donde Gianna permanecía encerrada.Esto era una mierda, una maldita mierda.—No te acostumbres a hacerlas del Inspector Gadget, que para lo
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Capítulo 39: Apagado y ausente
GIANNAEn la mañana del veintiséis de mayo el ambiente era diferente en el departamento. Los días pasados, tal como lo pedí, Cameron me dio mi espacio y apenas me habló para las cosas más básicas: en el trabajo, o para decirme que en la nevera había helado de fresa y de ron con pasas, dos de mis sabores preferidos, o para recordarme que hoy era un día importante.Catorce años atrás, cerca de las diez de la noche, mientras el auto de Su Majestad, Cameron II, venía de vuelta a los territorios nacionales desde Francia, según la prensa con un poco de prisa, alguien emboscó su comitiva y les dispararon; el auto del Rey se desvió del camino y volcó, hiriendo al conductor; sin embargo, el monarca murió desangrado en la escena, sin importar los esfuerzos que sus escoltas, también malheridos, hicieron para salvarlo.De esos escoltas ahora no sabía nada, quizás trabajaban en otras cosas, o no pudieron volver a hacerlo por sus heridas. La verdad es que nadie sabía nada con certeza, o ese era mi
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