No podía dejar de pensar en qué podría haberle pasado a mi mujer, quisiera hacer más por ella, pero no tenía idea de qué, tampoco quería ser de esos hombres que se ven obligados a leer libros para entender el pensamiento de las embarazadas y lograr ser un buen padre, no, eso ni mierda. ¿Tendría que considerarlo? Dios, mi mente era un caos, y es que no podíamos tener ni siquiera una semana completamente tranquilos, siempre surgía algún inconveniente, hoy, por ejemplo, el casi desmayo de Ivonne por la mañana y luego la noticia que me ha dado Antoine, la amenaza que me dieron, no puedo con tanto, la verdad es que la situación podría terminar siendo mucho mayor que yo.— Bien, Nikolay, entonces, ¿Tienes alguna duda de lo que acabo de decir? — preguntó Santiago mirándome seriamente, claro que no, imbécil, estaba pensando en otras cosas.— No, la verdad es que no escuché nada, mi mente se encontraba ocupada en otra parte, ¿Puedes repetirlo? — mencioné siendo sincero. — Por cierto, ¿Crees qu
Leer más