Había llegado la hora de regresar a casa, aunque no quisiera. Sentía que sin su padre allí no podía hacer mucho, por más que quisiera a Claudia, no era lo mismo sin él.Tomó la decisión de irse de la casa desde hace tiempo, pero ocurrieron algunos asuntos que hicieron que sus planes se posterguen y no pudiera encontrar un departamento. De todas maneras, la finca era un lugar muy apartado, tenía que hacer mucho trayecto para llegar a la empresa y estaba absolutamente lejos de todo.—Señorita, me alegra verla por aquí —dice Gonzalo con una tenue sonrisa—Hola, Gonzalo ¿Está todo bien?—Si, por supuesto. Todo tranquilo como siempre. ¿Le sirvo el desayuno?—No, gracias. Ya desayuné, solo venía por mis cosas.—¿Por tus cosas? —Claudia aparece en escena, acomodándose la camisa mientras llega hacia ella—Clau, ¿Podemos hablar?—Si, ¿Pasó algo? —pregunta mirando el reloj de su mano—Si.—Gonzalo, servile un café, vamos a hablar en el comedor.Lena admiraba a esa mujer por estar tan entera des
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