—¡Todos a la mesa! —grita mi abuela una hora después.Todos vamos a la mesa como si fuéramos un rebaño. El bullicio, las bromas y risas llena la mesa. La comida abunda en la mesa, todo presidido por el sancocho, el cerdo, el plátano frito y la ensalada.—Después de la comida vamos a pasar la tarde en la playa y dejar descansar a los viejos—Viejo el viento y todavía sopla mocoso—responde el abuelo Eli.Tomo un plato y sirvo un cuenco frente a Vladimir. Toma un poco y lo prueba, espero y asiente gustoso. Le gustoLo veo comer con ganas, miro a mi mamá que me guiña desde su posición. A partir de allí todos nos servimos y comemos como locos, me sorprendo al ver a Vladimir probar todo lo que hay en la mesa y nunca despreciar o hacer mala cara a algo.La abuela me divierte al estar pendiente de que pruebe lo que quiera—Si fuera así conmigo—farfulla el abuelo a su lado divirtiéndonos a todos, incluido Vladimir que le sonríe genuinamente a la abuela agradecido por su atención—Yo quiero sab
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