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Todos los capítulos de La Asistente del señor Norton: Capítulo 11 - Capítulo 20
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Demasiado cerca
Me quedé ahí sola unos minutos, hasta que decidí entrar por culpa del maldito frío.—Pero mira a quién veo aquí —comentó esa voz chillona de Anastasia.—Hola —dije sonriéndole.—Harvey no gusta de ti, sólo te tiene para pasar una noche de un buen polvo y ya —dijo ella, riéndose en mi cara.—Tranquila, si es así, me disfrutaré bien la noche y verás que aún seguiremos juntos, además, no será la primera vez que lo hagamos —dije tocando su orgullo.—Así como toda una cualquiera. ¿Ya pasaste por las sábanas de un motel?, porque recuerda que él no lleva nadie a su casa —comentó otra vez, riéndose de mí.—Cariño, te informo que nos pusieron una habitación para una sola persona y claramente, dos personas del sexo opuesto en una habitación, terminarán muy juntos —sonreí y vi su rostro enrojecer de la ira—. No te negaré que a pesar de las bajas temperaturas, hacía demasiado calor dentro y fuera de la habitación —sonreí con victoria, mientras me alejaba de ella.Sé que podía ganarme el odio de m
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Un trato con el ogro
—Señorita Johnson, bienvenida —dijo Paola, una vez que las puertas del elevador se abrieron ante mí.—Gracias —le sonreí, caminando hacia mi oficina.Una vez sola, volví a mi rutina encerrada, organizando las citas del señor Norton; reuniones juntas, calendario y demás, eso era al menos hasta que el patán ese me llamara para cualquier cosa.Estaba un poco irritada porque al despertar, él plantó una vez más el muro de hierro entre nosotros, así que yo también lo pondría, por lo que el resto del viaje no hablamos de nada que no fuera del trabajo.Recibí una llamada de parte de mi jefe e hice una mueca. Me desagradaba el hecho de tener que verle a la cara luego de tratarme como un objeto que le aburrió, luego de pocas horas de uso.Al llegar a su planta, me dirigí directamente a su oficina, pero me detuve al ver a "Miss Pechugas" haciendo de celadora de su oficina, mirando mis pies como si fuera a quitarme los zapatos con la mirada.No estaba dispuesta a quitarme mis tacones favoritos.
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Llegar tarde
—En serio ya me estoy cansando de que siempre llegas tarde para almorzar —espetó con hastío mi mejor amiga. Me acerqué a ella para saludarle y disculparme, pero se cruzó de brazos y me volteó el rostro. —Discúlpame, Estela, pero mi jefe… —tomé asiento, pero ella levantó su mano en señal de que no continuara con mi explicación. Se reincorporó, colocando ambos codos sobre la mesa y levantó una ceja. Por su expresión, estaba segura de que me diría algo que no sería agradable. —Tu jefe es un idiota —masculló rodando los ojos y dejándose caer sobre el respaldo de la silla. Suspiré con cansancio, llevándome una mano a mi frente. Ella tenía razón, mi jefe era un completo idiota, sin embargo, me había dado el aumento, firmaba mis cheques y cada vez que tenía un problema familiar, me permitía irme temprano del trabajo. Habían pasado unas semanas y no había vuelto a tocar el tema del beso ni de lo que había pasado en aquella cena importante, simplemente me había dedicado a acompañarlo co
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Palabras incorrectas
Edward me tapó la boca, haciendo una mueca de dolor, quizás le lastimé los oídos.Qué delicado.Después me arrastró consigo hasta una esquina cerca de la sala de juntas y me pegó a la pared, arrinconándome con su cuerpo esbelto y más alto.En este piso se encontraban las oficinas del vicepresidente, el presidente de la compañía; contando con la sala de juntas y una que otra oficina de administración, también para eventos sumamente privados. Había también un cafetín privado para las secretarias, asistentes y jefes del resto todos los empleados se encontraban en los pisos de abajo en sus asuntos.Edward debería estar en la junta o cualquier otro lugar, me irritaba que fuera tan permisivo.—¿Qué estás haciendo aquí? —dije al momento de quitarme su mano de mis labios. El dejó de mirar hacia la sala de juntas y me observó.—Impedir que toda la furia del presidente caiga sobre ti —murmuró como si fuera lo más normal del mundo.Enarqué una ceja al tenerlo cerca, él entendió y se alejó, disc
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Un día pésimo
Sentí que mi corazón latía en la garganta al verlo cada vez más cerca de mí, pensé que se lanzaría a besarme como un loco desquiciado, pero no.Harvey Norton era un imbécil y eso no se le quitaba ni volviendo a nacer.Cuando estuvo tan cerca de mí, que su aliento rozaba con el mío, cerré los ojos esperando sentir sus carnosos labios, pero él me quitó la mayoría de las servilletas de la mano, haciéndome abrir los ojos con brusquedad, desconcertada.Empezó a pasar las servilletas por su camisa, pero mientras más lo hacía, más se manchada y eso lo hacía cabrear más.—¡Demonios! —tiró la bolita de papel a un rincón de la estancia y luego me miró, con sus ojos inyectados de furia y disgusto—. ¿Qué estás haciendo ahí parada? Busca algo, haz algo —inquirió, apretando la mandíbula, pero evitando mirarme.Como me ordenó, me dispuse a buscar otra cosa para limpiar la camisa, conseguí más servilletas y abrí el grifo para empapar una mano, al girar mi cabeza para ver dónde estaba, él ya se encont
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Sueños húmedos con un idiota
Me enteré que el señor Norton había ordenado a Vicky ir a la tintorería qué se encargaba de la limpieza de sus trajes. Me sentía un poco mal, ya que por mi culpa, el señor Norton estaba de un humor insoportable e hizo que su secretaria abandonara sus deberes para encargarse de su traje. Claro, el jefe le ordenó a Miss pechugas que me entregara sus tareas, ahora tenía doble trabajo y un montón de papeles por chequear.—Terminé —solté un suspiro de alivio. Me había tocado releer el documento para verificar cualquier error, ya que tenía que enviar a un inversionista extranjero de suma importancia.Con el mouse di click para imprimir el documento, la impresora a mi lado emitió un sonido que me daba entender que ya estaría listo. Me levanté y lo tomé sin mirarlo, lo coloqué dentro de la carpeta amarilla que tenía en la mano y me dirigí a la oficina de mi jefe.Toqué un par de veces, hasta que escuché un "adelante" por parte del ogro. Respiré con calma y me adentré en la amplia oficina, q
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Caricias prohibidas
Este hombre era insoportable, se parecía al Grinch en época de Navidad, todo amargado y remilgoso.¿Pensaba que era necesario dar portazos?Puse mis ojos en blanco y agarré la chaqueta de mi silla para ir hacia contabilidad. Cuando volví, llamé a la puerta del despacho pero no tuve respuesta y la puerta estaba cerrada con llave.El muy gilipollas probablemente había salido para ir a comer, mientras me dejaba a mí con sus tareas.Deslicé la carpeta a través de la rotura de correo en la puerta, esperando que los papeles se esparcieran y tuviera que recogerlos y clasificarlos el mismo. Estaría bien merecido.Después de pensarlo bien, esperaba que no fuera así. Conociéndolo, me llamaría de ese agujero infernal para ponerme a recogerlo yo misma, mientras él me observaba hacerlo, robándome más tiempo de mi ya imposible proyecto."¡Jode'r!", pensé para mí misma por enésima vez en la última hora.Me apuré por el oscuro pasillo del edificio ahora vacío, llevaba el material para la presentación
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En la sala de conferencias
Sus ojos se cerraron y parecía que estaba teniendo la misma batalla interna que yo. Bajé la mirada hasta su regazo y pude ver su miembro duro, tensando la tela de su pantalón. Con sus ojos todavía cerrados, retiró su dedo y agarró la tela de mis bragas con la mano. Estaba temblando y me miró con furia y lujuria en sus ojos.Con un rápido movimiento, las arrancó de mi cuerpo. El sonido del desgarro rompió el silencio, alzó mis caderas bruscamente, elevándome hasta la fría mesa y abriendo mis piernas enfrente de él. Sentí cómo el calor invadía rápidamente mi cuerpo, y solté un gemido cuando sus dedos volvieron a acariciar mi clítoris. Despreciaba a este hombre y todo lo que tenía que ver con él, pero mi cuerpo me estaba traicionando; ansiaba que me tocara de la manera que lo estaba haciendo. No eran las mismas caricias suaves y amorosas a las que estaba acostumbrada, pero mi cuerpo sentía un frenesí bestial.Eché la cabeza hacia atrás y
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Hablar en sueños
—Sara… oye Sara, despierta… —Hmmm… ¿Quién me estaba hablando? ¿Estaba soñando? —¡Sara! —alguien gritó mi nombre tan fuerte, que desperté asustada. Lo primero que oí fueron las escandalosas risas de mi prima y otra mujer que ya había visto antes, su amiga Restregué mis ojos para enfocarlas mejor y las asesiné con la mirada. —¿Por qué ambas están en mi habitación? —les pregunté, sentándome en el borde de mi cama—. Diablos, ¿qué hora es? —me levanté a toda prisa para ir al baño. —No te preocupes por llegar tarde amiga, igual falta una hora para que entres a trabajar —la voz cantarina de Milena me hizo detenerme en el umbral de la puerta. —¿Y estaban aquí para despertarme? —automáticamente crucé mis brazos, observándolas con desconfianza. —Sí —habló Sofía, la amiga de mi prima—. Aunque nos sorprendimos mucho cuando te escuchamos hablar dormida —se tapó la boca para ocultar su risa y mirar de reojo a Milena. —¿De qué hablas? —no entendía a qué se refería, ya que no hablo dormida
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Deseos lascivos
Carraspee discretamente, tratando de salir de mi letargo. —Claro, señor Norton, estaré ahí de inmediato… —¡Sara! —Milena me sorprendió con unos golpes en la puerta, de inmediato salí para regañarla, pero ella siguió golpeando—. ¡Estás demorando mucho y tienes que bajar a desayunar! —iba a hablar, pero aún no cerraba la boca—. ¡¿Estás en el baño?! —preguntó gritando a propósito, solo hizo que me avergonzara un poco y mirara mi celular. —Milena, en un momento bajo, aún no estoy lista —le indiqué por lo bajo cubriendo la bocina del celular con mi mano. —¿Estás en el baño? ¿Por qué tu puerta tiene seguro? —comenzó a hacer preguntas tontas—. ¿Estás haciendo cosas indebidas por tu sueño, Sara? ¡Oh, Dios, mi jefe seguía en la llamada! —Cállate Milena, sólo lárgate —chillé, rechinando mis dientes, hasta había dado unos saltos de desesperación y ansiedad. —Okey —habló alargando la Y en tono burlesco—. Diviértete —volví a escuchar su risa. —Señor, ¿sigue ahí? —mi corazón estaba a punto
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