Le había dicho exactamente porque lo pensaba, porque lo sentía y ella merecía saberlo. Había jurado dar todo por ella. Lisa era mi familia y la amaba, la amaba con locura. No le decía mi amor y liebling, porque sí. Para mí no era un decir. No era un hombre de palabras cariñosas, yo aún no creía ser ese hombre que ella describía, pero créanme que lucharía por serlo. Por ser esa persona en quien ella confía. Las palabras de mi esposa eran perfectas, era todo lo que yo necesitaba. Si no lo hubiese dicho devuelta, tampoco importaba. Yo era completamente feliz en decírselo, era un paso tan importante para mí que no podía empezar a escribirlo. Nos amábamos, nos habíamos casado por interés y por beneficio mutuo, y aquí estábamos, ella sentada sobre mí, abriéndose para mí, besándome, colocando su cuerpo a mi disposición, y por todos los cielos, la deseaba con locura. Desde que la había visto venir hacia mí, mi mente oscura se había llenado de los más impronunciables pensamientos. Querí
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