La cabeza de Bianca colgaba a un lado, el dolor del impacto oprimia su cráneo con una fuerza poco común. Lentamente, ella comenzó a abrir los ojos, sin tener muy en claro que quería ver o encontrar, pero estaba segura de que aquello no era lo que estaba esperando.El cazador de recompensas estaba contra una pared cercana, con mirada altiva y actitud rigida, algo que no le habia visto hacer hasta ese momento. Algo habia cambiado en el cuarto, en la habitacion, pero Bianca no lograba comprender el motivo de este cambio.Ya no estaba en la playa, se encontraba en otro lugar. Una especie de deposito que apestaba a fertilizante.—Buenos días, cariño… finalmente decides despertar—canturreo una voz a sus espaldas—. Ya estaba comenzando a preocuparme.El hombre rodeo el cuerpo de la bella prostituta, deteniéndose finalmente ante sus ojos. Pero aquello era inútil, no necesitaba ver su rostro para saber quien era. Con solo escuchar el sonido de aquella voz que tantas pesadillas le habia generad
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