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CAPÍTULO CUARENTA Y NUEVE
Cuando Natalia bajó el celular no supo qué hacer, se estaba acostumbrando a no ver, se había acostumbrado ya a su habitación, sabía dónde estaba cada cosa pero de pronto, todo eso se perdió en esa llamada tan repentina de Alejandro, esa manera de suplicarle que saliera de ahí, ¿qué era todo eso? incluso sabía que Amelia estaba en el reclusorio porque nunca llamó no Simplemente no quería creer que él era el culpable de todo eso, suspirando una vez más y queriendo confiar en Alejandro por primera vez después de tanto tiempo, después de haberla abandonado cuando más lo necesitaba, fue hasta su armario y sacó la pañalera que Santiago anteriormente dijo que había preparado y que había dejado ahí en caso de que en cualquier momento ella fuera a dar a luz.No le importaba nada de ella simplemente su hijo, tomó la pañalera a paso lento y a la vez, queriendo ser lo más veloz salió de la habitación para terminar bajando las escaleras de la gran casa de Santiago. En una de las mansiones má
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CAPÍTULO CINCUENTA
Llantas que derrapaban contra el pavimento, el parar de un auto que lo hacía en cuestión de segundos, la velocidad alta se había perdido justamente en ese frenar, y todo lo que Natalia podía escuchar es que el auto que se paraba cerca de ella, venía a toda velocidad.De pronto, las puertas del mismo se escucharon y después, lo que para ella era su milagro de vida.—Natalia, Natalia. Me da gusto que estés aquí —escuchó ella mientras su corazón palpitaba mil por hora. —. Vámonos, tenemos que irnos.Y de pronto, todo lo que Natalia pudo sentir fue como la mano de Alejandro tomó la pañalera de su hombro y después, a ella del brazo.Esa era la primera vez que él la veía ciega, después de todo lo que había pasado. Para ese momento, Alejandro no había tenido el valor de ir hasta ella y verla como tal, no después de que ella hubiera entregado su vida por él para que él pudiera vivirla pero no de la manera en que lo estaba haciendo, y que era por la razón que le pedía Alejandro que se
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CAPÍTULO CINCUENTA Y UNO
Todo de lo que se podía hablar en ese momento era de la habilidad que tenía Alejandro para ayudar a la mujer que llevaba en su vientre al bebé que para ella fue producto de un amor y para él, el producto de una aventura que no debía de terminar de esa manera.Alejandro se encontraba muy nervioso, en ese lugar sin ningún tipo de ayuda o algo que hiciera más fácil el proceso, Natalia estaba dando a luz a su hijo. Una sonrisa se hizo en su rostro cuando Alejandro comenzó a ver el surgimiento de la vida como tal. De las entrañas de Natalia nacía aquel ser que no tenía la culpa de nada, que no era quien para haber nacido en un momento tan difícil como ese. El final estaba llegando para todos ellos.—Ya nació, Natalia, ya nació, ya nació —dijo finalmente Alejandro mientras mantenía en sus brazos a su bebé, cubierto con su mismo saco.Natalia sonrió. Incluso si sus ojos habían perdido completamente la luz, cualquiera que la viera e ese momento diría que la luz había regresado a ella.—Mi hij
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FINAL
Con lágrimas en los ojos, no pudiendo creer lo que estaba escuchando, Amelia salió justo en el momento en que las rejas se abrieron para ella. Eso debía de ser un sueño, todo lo que tenía en la mente es que iba a ver a Natalia, iban a olvidar ese terrible momento y justas iban a comenzar de nuevo. Mucho daño había hecho pero todo eso ya lo había pagado con creces.A las afueras de la cárcel, una camioneta azul se paró. Los ojos de Amelia se abrieron en el momento en que se dio cuenta que era Víctor.—Amelia, Amelia, tenemos que irnos de aquí —dijo él a toda prisa.Lo que nadie sabía es que el final estaba llegando pues Santiago había recibido una llamada en la que decía que había tomado a Alejandro y no solo eso, ya les habían hecho saber de Natalia. Ella estaba muerta. Todo lo que Víctor pensó en hacer fue ir por Amelia mientras. El padre de Víctor había exigido ver a Santiago sin saber Víctor que esa iba a ser la manera en la que iban a atraer a Amelia. Todo lo que Víctor querí
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EPÍLOGO
CINCO AÑOS DESPUÉS — ¡Que le muerda, que le muerda, que le muerda! —Dijo Amelia y todas las personas que estaban alrededor.El pequeño niño solo supo mirar a los lados como si de alguna manera recibiera el permiso de todos los presentes para poder morder a su gran pastel.Habían pasado justamente cinco años desde el momento del nacimiento del bebé que Natalia había dejado en ese mundo, con el mismo que soñaba ser tan feliz en la vida, con el mismo que tenía mil y un planes. Lamentablemente así como se celebraba el nacimiento de aquella criatura, tampoco se podía dejar de lado que ese había sido el día en que la madre de ese bebé había dejado el mundo.— ¡Muy bien, mi bebé! —Dijo Amelia y Santiago mientras aplaudían.Seguramente eso era lo que Natalia hubiera querido antes de dejar el mundo. Seguramente ella hubiera sido muy feliz al momento de saber que era Amelia quien se iba a quedar siendo la madre de aquel niño que llevaba por nombre Alejandro.El corazón de Amelia y de Santiago
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