Capítulo 47. La felicidad
Maya se quedó sin palabras, no podía creer lo que estaba pasando. Lo único que quería hacer era gritar "¡Si!, ¡por supuesto!" Pero en lugar de eso, se tragó saliva y dijo:—Arion, yo... no sé qué decir. Esto es impresionante, jamás pensé que tendrías este detalle, sobre todo si consideramos que ya estamos casados y…—Voy a decirte algo Maya… nunca es suficiente para demostrarte cuanto te amo… por mí nos podemos casar cada año si tú así lo deseas. Y si mi trato no es suficiente para que te abras a mí y confíes en mí, entonces significa que no me estoy esforzando mucho y debo hacerlo… te amo profundamente y quiero todo contigo, tu amor, tu amistad, complicidad.Ante la declaración de Arion, las lágrimas de la chica empezaron a rodar por sus mejillas, y él las enjuagó suavemente.—Por favor, no llores, mis palabras no son para ponerte triste, sino feliz —habló con preocupación.—Arion, no estoy llorando de tristeza, sino de felicidad… todo esto me parecía tan lejano, que estar viviéndolo
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