No es hasta que estoy en el tren, camino a Vermont, que logro comer algo. He pedido un emparedado de queso, principalmente porque no me quiero desmayar a mitad de camino, o peor aún, cuando esté frente a Luca. Necesito estar fuerte y muy lúcida para saber qué demonios voy a enfrentar.Con mi cabeza apoyada en la ventana, viendo como el panorama se hace distante al paso que avanza el tren, no pienso en otra cosa más que en las personas que quiero. Un abrazo de mi mamá, de mis hermanos, de Marie Lou; un beso de Archie, es todo lo que necesito. «Oh, Archie. El momento que elegimos para sincerarnos, para hacer que el orgullo nos obedezca».Del bolsillo de mi cardigan, saco mi teléfono celular, solo hay una persona a la que puedo llamar en este momento. La línea repica dos veces antes de contestar:—¿Vivian?— Pregunta —¿No deberías est
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