Encuentro voz para decir: —Yo qué sé por qué se sentaba conmigo. Tú mismo has tomado asiento en esta mesa y ni siquiera me has pedido permiso.—¿Por qué debería hacerlo? Hasta dónde sé, esta mesa no es tu mesa— Se inclina hacia atrás y cruza sus brazos sobre su estómago, tomando una posición retadora.—Razón que te convence. Si tú, que solo eres un insignificante auditor, se toma el atrevimiento de sentarse aquí, pensando que no deberías pedirme permiso antes de hacerlo, es lógico que mi jefe, quiero decir, nuestro jefe, también lo haga ¿no lo crees?Kevin no responde, simplemente me mira por un par de segundos y luego se echa a reír, dejándome desconcertada e irritada a partes iguales. Ahora soy yo quien cruza los brazos, los mantengo sobre mi regazo, esperando ansiosa por una explicació
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