El alfa de ojos heterocromáticos no podía creerlo, su mujer se había alejado de él solo unos metros, pero el lycan ya estaba volviendo a sentir las náuseas familiares, instalándose en la boca de su estómago. Eso sucedía cada vez que visitaba el pueblo por A o B motivo, ese era el motivo principal por el cual se empecinaba tanto en quedarse encerrado en su castillo con sus soldados lycans, correr sólo por los bosques de los alrededores sin llegar hasta ese límite o pasarse horas bajo tierra, en los subterráneos, visitando a los cachorros, cuidando de sus plantas y supervisando la producción de verduras o frutas que no podían crecer en la superficie.Pero, por algún motivo, no podía estar cerca de nadie del pueblo. Y tampoco recuerda si eso fue así siempre o solo cuando la maldición les cayó encima.Ahora mismo, sin embargo, quería mandar a ese poblador imbécil a la mierda y hacerlo fingir que hoy no se había topado con él, un alfa y no sólo con cualquier alfa, sino el alfa de la manad
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