Sintió una descarga eléctrica justo debajo de su nuca- que le erizó hasta los vellos púbicos del miedo-, antes de que la criatura desapareciera de nuevo. Sin embargo, el dolor debilitante, parecido al de una picana electrica, que la mujer esperaba no llegó nunca. Como mucho, la pinchó ligeramente, como el piquete de un mosquito, pero ni de lejos lo suficiente como para doler o causar molestias. En ese momento ya de pánico, la científica solo podía suponer que de algún modo había tenido suerte y que esa extremidad que la bestia cargaba no había conseguido entrar en contacto con su piel de manera correcta. Y de hecho, no le dará ninguna otra oportunidad de hacerlo.Entró más que corriendo en el dormitorio y se dirigió a lo que se supone que es un tipo de armario. La criatura le disparó un par de veces más. Al igual que la primera vez, ninguna le causó dolor. Como mucho, lo que sentía era un fuerte cosquilleo, similar al torbellino de "mariposas" que se siente cuando subes una empinada c
Leer más