Los gemidos de Otsana prenden a Tron como ninguna otra mujer lo ha hecho; por supuesto, él se lo atribuye al lazo que los une y nunca reconocería ningún tipo de sentimientos hacia ella que no sea odio.—Alfa... —jadea la joven, que es sacudida por varios espasmos, debido al jugueteo que los dedos del alfa mantienen en su zona íntima.—Veo que te gusta esto, lobita —dice él airoso—. Hueles tan bien que de seguro debes saber exquisita, pequeña loba —añade, después de olfatearla.Un escalofrío recorre a Otsana cuando él hace esa acción que le parece muy excitante. Desea ser tan buena como él e impresionarlo más de lo que lo hacen sus amantes, pero ella está consciente de que no podría competir con aquellas hermosas y experimentadas mujeres.—Eres muy sensible, pequeña loba. —Él empieza a lamerla en sintonía con los dedos movedizos, lo que le regala una sensación nueva a Otsana.—Ah... —jadea ella, presa de aquel intenso placer que desconocía.Él se detiene y se relame los labios, saborea
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