Todos los capítulos de Mi luna, la hija de mis enemigos.: Capítulo 31 - Capítulo 40
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31. El inicio de dos dinastías.
Muchos siglos atrás.Ralf Velkan caminaba de un lado al otro del pasillo, los nervios eran algo a lo que un hombre como él no estaba acostumbrado y mucho menos el terror que sentía a que su amada esposa sufriera algún daño.Pero todos esos nervios se calmaron en el instante en que escuchó el llanto de ese bebé tras la puerta de la habitación.La partera observaba al bebé incrédula, era tan extraño lo que estaba viendo, tanto la mujer como el supuesto padre de ese niño eran muy morenos y ese bebé parecía nacido de la misma luna.— ¿Mi bebé está bien? — preguntó la mujer agotada, ella solo quería recibir en sus brazos a la pequeña criatura que acababa de parir.— Ella está sana, es una niña, pero hay algo extraño en ella— aseguró la partera limpiando al pequeño bulto en sus brazos para envolverlo en una cobija y llevándoselo a la madre.Fuera lo que fuera no era asunto suyo, pero estaba segura de que aquello no sería fácil de ocultar y que el señor Velkan no lo dejaría pasar, era un hom
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32. ¿Estoy embarazada?
Era extraño ver a Gregory Vangelis regresando tan tarde a su casa, o tal vez era temprano, depende de con qué ojos se mirara, porque apenas estaba empezando a amanecer y es que fue dejar a su hermana en casa y recibir un mensaje urgente de que habían conseguido la información que tanto necesitaba lo que lo llevó a salir de nuevo corriendo hacia uno de los cuarteles de la orden.Sin embargo, ya estaba bajando del coche y dirigiéndose a la puerta, donde obviamente él no sabía que no podía entrar, al menos no hasta que Bleid abandonara la habitación de su esposa.Ese era el motivo por el cual Ravel se encontraba ahí esperándole, sabía que Gregory Vangelis se daria cuenta de su presencia.—Sal de una vez a menos que desees tu muerte.Ravel salió de entre las penumbras sonriendo.—Por supuesto que no es lo que deseo, lo que deseo es verte —mencionó el brujo aclarándose la garganta al darse cuenta de cómo sonaba lo que acababa de decir — más bien vengo a hablar contigo sobre mi amigo y tu f
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33. Voy a tener a nuestro hijo.
Definitivamente, Ravel estaba deseando que algo pasara y que le hiciera alejarse de ese hombre, sus ojos eran tan hermosos como si se tratara de dos lunas llenas, plateadas y llamativas, tanto que se acercó mucho más al hombre frente a él.— No vuelvas a tocarme — exigió Vangelis acercándose peligrosamente al rostro de ese hombre — cuando descubra cómo exterminar al bestia de tu amigo, lo haré y luego terminaré contigo también, no eres más que escoria, estoy seguro de eso, aunque todavía no sepa de qué clase."Gracias a los dioses por ser un imbécil"Masculló en su mente él brujo al cazador al hablarle de esa manera y rompió el extraño hechizo que se había creado en torno a ellos.—Lo volveré a hacer si lo deseo, pero por ahora me alejaré — le respondió Ravel, quien veía como su amigo bajaba de la torre saltando hacia uno de los techos cercanos, por la rapidez con la que lo vio bajar, le dejó claro que algo le pasaba.La forma en que palpitaba su corazón y la excitación que sentía con
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34. Verás morir a los tuyos una y otra vez.
La loba blanca no contestó a la pregunta de Bleid, pero se acercó a él sin ningún miedo, y frotó su hocico contra él en un gesto cariñoso al cual Bleid no pudo responder, no porque no quisiera, sino porque ya había caído en la ausencia absoluta, perdiendo el sentido y quedando tendido en el suelo mientras un extraño sueño iba invadiendo y adueñándose de su subconsciente.— El crimen que cometiste esta noche es imperdonable.Se dejó escuchar en ese profundo claro del bosque una voz femenina, era la silueta de una mujer que se acercaba con paso firme al hombre arrodillado que parecía dejar algo en el suelo del claro a la par que se encontraba consumido por la rabia.Era difícil ver más allá de aquella forma femenina y conocer la imagen de la mujer que hablaba, ya que una extraña luz la rodeaba cegando al otro hombre.— Ella me engañó y yo no podía dejar que…— trato de excusarse el hombre.Pero antes de que él pudiera terminar de hablar, el sonido de sus huesos al romperse lo hicieron ca
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35. Necesito saber más.
En la mansión Vangelis el desayuno ya estaba servido en la mesa.— Buenos días — dijo Audrey bajando a desayunar — le costaba mucho no demostrar la felicidad que realmente sentía, pero debía parecer triste y desdichada para que su hermano no sospechara nada.— Buenos días Audrey¿Dormiste poco?— preguntó Susan al ver las enormes ojeras en el rostro de su hija.— Bueno, yo… no pude dormir, pasé la noche pensando en muchas cosas — respondió Audrey agradeciendo que su rostro reflejara lo peor de su noche, pero no tenía por qué decirles la verdad sobre el motivo de su desvelo, ni que tenía que ver con que estuvo celebrando su noche de bodas.— Espero que fuera pensando en que Alfred es mejor opción que ese Wolfang — dijo Gregory antes de llevarse su café a la boca.Audrey tuvo que contenerse para no contestar a su hermano con varias palabras malsonantes que se le ocurrieron y sonreír levemente.— Digamos que estuve sopesando mis opciones…— ella le dio un mordisco a uno de sus bollos favori
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36. Quizá no sea tan fácil con ella…
—¿Qué quieres que haga qué?— preguntó Ravel sin saber si estaba más sorprendido o molesto por lo que su amigo le acababa de pedir. Era extraño escuchar a un alfa sobre terminar con algún miembro de su descendencia, al menos no hasta que uno de sus hijos alfa pudiera derrocarlo y tomar su lugar. Pero su naturaleza era la de querer expandir su legado. — Sabes perfectamente que no puedo atentar contra ninguna vida humana y eso incluye a los que todavía no han nacido y si, tu hijo es mitad humano aunque el padre seas tú.—Lo sé, sé que no puedes ¿Acaso crees que te pediría que atentaras contra mi propia sangre de no tener miedo?Bleid no había dejado de temblar desde el mismo momento en que escuchó el débil sonido de esa nueva vida creciendo en el vientre de su madre.Un hijo, él iba a ser padre y aunque el año pasado había sido de alguna manera el padre de varios cachorros que pertenecían a la manada Da Rossa, no sé compararía jamás con él de ser padre de un hijo concebido con su luna.
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37. Entonces nos vemos en la noche.
Sin embargo, eso no era todo, también las palabras dichas por Ravel lo pusieron un tanto inquieto, sobre todo al recordar que sus heridas se habían curado por completo por el simple toque de los dedos de su luna sobre ellas. Pero ya tendría tiempo para pensar en eso, ahora lo importante era hacer lo posible por mantenerla a salvo del hijo de ambos.Ravel negó en ese momento, al menos hasta que supieran qué hacer para que no corriera peligro, ella estaba a salvo bajo la protección de su hermano, cuanto más tiempo pudiera quedarse allí más podrían ellos trabajar en una solución sin tener que estar huyendo de los cazadores.— No dije que debas secuestrarla, solo alimentarla, te ayudaré a distraer los posibles guardias en la noche para que le lleves lo que necesita. Ella ya debería estar sufriendo cambios en sus gustos alimentarios.—Pues si eso es lo que mi amada Dulcinea necesita para poder sobrevivir, iré a cazar para ella.Para Ravel la idea de volver a encontrarse con Gregory a la si
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38. ¿Te ocurre algo con los alimentos?
Alfred pudo notar en la mirada y expresión de Vangelis que algo no andaba bien, no sabía descubrir qué era lo que le ocurría, pero fuera lo que fuera, no dejaría que lo hiciera a un lado.—¿Entonces tengo tu permiso para visitar a tu hermana?— le volvió a preguntar al no tener una respuesta directa del hombre.Gregory fijó su mirada en su interlocutor, de cierta manera Alfred lo había decepcionado, el haber besado a su hermana sin su permiso, y ofenderla de ese modo lo había enfadado. No obstante, no podía descartarlo.—Si puedes verla. Pero Alfred no vuelvas a besarla sin su permiso, de hacerlo, no solo recibirás otra cachetada de su parte, yo mismo me encargaré de ponerte de rodillas frente a ella para que le pidas perdón.Belucci no respondió a lo dicho por el hermano de la mujer que él deseaba suya, solo asintió levemente saliendo de su despacho.“Maldito Gregory, crees que dejaré que me hagas a un lado”La verdad es que Alfred Belucci tenía sus propios planes y metas y obtener la
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39. Tengo mucha hambre.
Bleid no tardó en llegar al cuarto donde se encontraba Audrey, ella seguía ocupando la torre sur de su casa. Fue entrar y saber que su esposa no se encontraba bien.—Audrey, cariño…— le habló colocando la cesta que llevaba en la mesa a un lado de su cama.Bleid encontró a la joven sobre el inodoro y eso solo hizo que el corazón del metamorfo doliera — lo siento cariño, es mi culpa que te encuentres en este estado…— murmuró el hombre tomándola entre sus brazos y así llevándola hasta la cama.— Tengo mucha hambre — confesó ella aferrándose a su cuerpo y dejándose llevar por él. — pero nada tiene buen sabor para mí y lo que lo tiene, soy incapaz de retenerlo en el estómago por demasiado tiempo.— No puedes estar así…— iba a decir que lo mejor era que pensara en lo que él le había dicho la noche anterior. Sin embargo, calló al ver la mirada severa de Audrey posándose en la suya.Era consciente de que con sus quejas solo le estaba dando más argumentos para que él volviera a insistir con qu
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40. ¡Será mejor que te alejes, Vangelis!
Gregory resopló para intentar ocultar la vergüenza que sentía al saber que alguien supiera, que tipo de amantes prefería, porque estaba en lo cierto. Gregory venía de ver a uno de sus amantes licántropo, pero lo cierto era que no había podido dejar de pensar en aquel estúpido amigo de Wolfang y ahí estaba de nuevo, jodiendome la tranquilidad que acababa de conseguir.— ¿Celoso?— preguntó intentando ignorarlo y apartarlo de su camino para pasar al interior de su casa, pero aquí al extraño escalofrío que sintió al tocarlo lo detuvo.— Al Menos no son monstruos todo el tiempo como tú querido Wolfang, algunos incluso odian lo que son, pero no pueden evitarlo.—¿Así que prefieres a los monstruos que pierden el control y matan sin ningún tipo de descriminacion en las noches de luna llena?Él también había sentido ese extraño escalofrío recorriendo su cuerpo con el simple toque de Gregory Vangelis.— Por eso son mejores, no son conscientes de sus actos y no se les puede culpar.Ravel se apart
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