Zoe lo mira con los ojos abiertos, no entiende nada de lo que está pasando, pero él con su infinito amor y paciencia, sabiendo lo que debe estar pensando porque es lo que él quería, la invita con el mismo tono de voz. —Vamos a sentarnos —Zoe pasa saliva con dificultad, quiere buscar excusas que no sirven, porque sólo quiere terminar en un lugar… y es entre sus brazos. —Estoy con vestido… —No importa, sólo estamos los dos. Ella asiente y se acomodan en la manta, Zoe se la queda viendo con sorpresa y no puede evitar mirarlo emocionada porque es la misma de aquella vez, cuando ella tenía doce años y él catorce, ese día que se prometieron amor para siempre. —Daryl… —le dice con la emoción cargada en su voz temblorosa. —Zoe, creo que está demás decir todo lo que hemos pasado, pero nuestro amor ha pasado por sobre todas esas cosas, las buenas y las malas. Te sigo amando como ese niño de catorce años, que aquí, en este lugar, te pidió que fueras su esposa —de una cesta saca aquella caj
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